PRENSA > HOMILÍAS

MONS. JOSÉ ADOLFO LARREGAIN

Homilía Ordenación Sacerdotal de Horacio Villasanti

Santuario de Nuestra Señora de la Merced, 4 de marzo de 2022

Queridos hermanos, en el contexto que estamos viviendo nos alegra profundamente celebrar una ordenación sacerdotal. Son tiempos difíciles y desafiantes, marcados por diversos hechos y circunstancias: la pandemia y los incendios, que fuertemente nos azotan dejando duras consecuencias. Dios no deja de manifestarnos su compañía en medio de las adversidades. Por otro lado, eclesialmente vivimos muchas riquezas, animados por la sinodalidad y los desafíos concretos de la realidad latinoamericana de estos tiempos y lugares.

Se habla de un cambio de época que es mucho más que una época de cambios. En este contexto nos preguntamos: ¿qué significa ser sacerdote en estos tiempos, cómo serlo, vivir el ministerio, qué implicancias tiene, cuáles son sus consecuencias, etc.? La Iglesia está transitando profundos y serios desafíos, dificultades, crisis, escándalos desde el interior de la misma, está herida, necesita reparación. Tiene el desafío de saber acoger el cambio de época que estamos viviendo y dar respuesta en una sociedad marcada por el individualismo, el egoísmo, la autoafirmación y la indiferencia de algunos sectores.

Es muy bonito, desafiante y comprometedor el lema sacerdotal que has elegido, tomado del evangelio que acabamos de proclamar: “Busquen primero el Reino de Dios y su justicia y lo demás será dado por añadidura” (Mt 6,33). Tomo este texto para compartir una breve y sencilla reflexión desde este versículo, teniendo presente a modo de contexto que el sacerdocio ministerial es consecuencia del sacerdocio bautismal del santo pueblo de Dios.

“Busquen primero”: tiene presente que lo primero es buscar. Conserva y acrecenta ese deseo: ser buscador, no lo pierdas nunca. No dejes de buscar, quien no lo hace su vida se va apagando, pierde el deseo. Este verbo señala la acción de hacer algo para hallar a alguien o algo y hacer lo necesario para encontrarlo. Es muy importante ser conscientes que este Alguien es con mayúscula, porque es Dios y que el primero en buscar es Él mismo. En medio de muchas y múltiples actividades permanece la pregunta: ¿Qué es lo primero que busco?, ¿dónde fijo mi corazón, hacia dónde se orienta? Tengamos presente que “donde esté tu tesoro allí estará también tu corazón” (Mt 6,19). También se puede hacer el camino inverso desde la simple observación, la cual manifiesta donde y en qué ponemos el corazón (opciones concretas, estilos de vida, opciones, motivaciones, etc.) dejando expuesto cual es nuestro tesoro.

“Reino de Dios”, es una categoría bíblica muy amplia y profunda. De acuerdo a los acentos personales, eclesiológicos, pastorales, etc. adquiere improntas y consecuencias muy diversas. La Carta a los Romanos, nos dice que: “El Reino de Dios no consiste en comida ni bebida, sino en el don de Dios que nos hace justos, en la paz y en la alegría en el Espíritu Santo” (Rom 14,17). Es Cristo en el corazón e irradia su presencia donde se esté, es don y tarea, gratuidad y compromiso.

Su “justicia” va de la mano de llevar una vida justa. El salmista dice: “Señor, ayúdame a llevar una vida justa” (Sal 5,8). Justicia en las Sagradas Escrituras es sinónimo de santidad, simpleza, sencillez, compromiso. Nuestra tarea es trabajar por ella, no hay que confundirla con caridad. La caridad la supera, es un plus, la supone. La justicia implica capacidad de involucrarse, comprometerse en todas las áreas que forman parte de la vida personal, social, comunitaria, política, religiosa.

“Lo demás será dado por añadidura”. Es interesante que la palabra añadidura en su etimología está relacionado con prótesis (prósthesi): es el resultado de agregar, anexar, de lo secundario, lo adherido. Nos preguntamos ¿cuáles son nuestras añadiduras, en qué consisten? Corremos el riesgo de hacer de las añadiduras lo central y lo importante. Provocando de este modo que lo añadido se hagan centro de nuestra vida.

Sé un feliz, alegre y fecundo sacerdote, difusor del amor y de la misericordia de Dios. Transmití luz, esperanza, consuelo, alegría, fortaleza a los corazones afligidos, agobiados, doloridos, apesadumbrados, desanimados. Nos recuerda el Apóstol que “llevamos este tesoro en vasijas de barro” (2 Cor 4,7), ello implica no dejar de lado la fragilidad. El tesoro y el barro son lugares teológicos, es oportunidad de encuentro con el Señor, ello implica tenerle paciencia al barro y confianza a los tiempos de Dios. Nunca hay que perder de vista ésta doble dimensión. En medio de las dificultades, problemas, tristezas, decepciones, crisis que aparecen inevitablemente en el camino, no pierdas el sentido del humor, la capacidad de reír. Genera lazos de auténtica amistad, especialmente en la fraternidad sacerdotal, ella permite vivir la entrega de manera generosa. Es don, tarea, a veces se torna cruz. La fraternidad y las relaciones sanas ayudan a vivir en la verdad, en la coherencia, en la sinceridad de la relación, en la vida de oración, en el amor a la Iglesia, en la identificación con Cristo. Ten presente tus raíces, ellas te mantendrán firme y arraigado, te ayudaran a comprender, acompañar y pastorear a quienes se te confía.

Encomendamos tu Ministerio sacerdotal y esta nueva etapa de tu vida bajo el amparo de la tierna y pura Concepción de Nuestra Señora de Itatí, que ella te tenga cada día en sus manos.

Mons. José Adolfo Larregain

Obispo Auxiliar de Corrientes

 

NOTA: A la derecha de la página, en Archivos, el texto como Homilia Ordenación sacerdotal Horacio Villasanti, en formato de Word.


ARCHIVOS - Archivo 1