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MONS. JOSÉ ADOLFO LARREGAIN

Los santos Mártires Inocentes 2020

Santa Misa celebrada en la parroquia Nuestra Señora del perpetuo Socorro

Estamos celebrando los santos mártires inocentes en el contexto de la pandemia que vivimos y del tratamiento de la Ley del aborto. ¡Qué actual sigue siendo la palabra de Dios! En este día que hemos sido convocados a una jornada de ayuno y oración, y cuando celebramos especialmente la misa por estas intenciones.

El día siguiente a la navidad, aún con los ecos y el sabor de la nochebuena, nos sorprende el dolor, la oscuridad y la muerte con el martirio de Esteban. El pesebre se nos tiñe aún más color a sangre con los niños inocentes mencionados en el texto de Mateo -que acabamos de escuchar- y que fueron asesinados por el rey Herodes, en su deseo de acabar con Jesús recién nacido. Esta muerte trágica y violenta pone junto al pesebre la cruz y nos recuerda al poeta en “El nacimiento” de la misa criolla: “cuando sonríe se hace la luz y en su bracitos crece una cruz”.

La figura de san José es central, es un hombre de fe, creyente, varón justo que quiere vivir la voluntad del Señor en su vida. Su familia es primordial y va a actuar en consecuencia, con un coraje y valentía propia del Espíritu. Es obediente a Dios a través de los sueños: llamativa forma de obedecer los designios de Dios.

El autor sagrado nos reitera cuatro veces que José se “levantó” y “tomó al niño y a su madre”. El vocablo “levantarse” se halla en casi todas las lenguas semí­ticas, incluyendo hebreo y arameo bí­blico. Aparece en las Sagradas Escrituras unas 630 veces en hebreo y 39 veces en arameo. El término tiene varias aplicaciones: denota cualquier movimiento hacia una posición vertical, es una actitud de dignidad, erguirse, ponerse de pie, entablar un combate, fortalecerse, dar continuidad, validar, denotar un acontecimiento, dar continuidad, otorgar conformidad, cruzar o atravesar algo, ir, luchar, defender, etc. Con este preámbulo adquiere una dimensión muy profunda el levantarse de José con premura, coraje y valentía. Tomar al niño y a su madre son inseparables para el carpintero. Es su familia, son parte de su ser, se juega todo por ella.

Hoy celebramos los santos inocentes, nos trae como eco a Raquel que llora por la muerte de sus hijos y que simboliza en sentido figurado a todas las madres de Israel. Existen datos históricos del genocidio en los alrededores de Belén: dicen que se escuchaba el llanto de las madres. Merece una reflexión especial Herodes, personaje cruel y tirano que llegó a hacer matar a dos de sus hijos, mujer, cuñados, familiares.  No podemos hacerlo en este momento.

Hoy el cruel y asesino Herodes sigue presente y nos preguntamos: ¿Quién es? ¿Dónde vive? ¿Cómo actúa? ¿Qué hace? El gran Herodes de todos los tiempos ya sabemos quién es, actúa por la soberbia y el egoísmo humano que nos hace inhumanos. Todo lo que atenta contra la vida y la creación son tentáculos del gran monstruo: el aborto (que atenta contra la vida desde el primer instante de la concepción en el vientre materno); la eutanasia (que descarta, desecha los enfermos, los más viejos); el ecocidio (que atenta contra los recursos naturales y en consecuencia afecta a la personas y a la naturaleza provocando daños irreversibles); las economías inhumanas (que matan, esclavizan, generan pobreza, marginación, exclusión); el poder mal usado (que se impone como dominación desde distintas esferas); las políticas mal usadas (que generan exclusión, conveniencia de intereses personales o sectoriales); el materialismo (que va apagando el alma, la solidaridad, nos cercena nuestro tiempo para vivir en función de él); el consumismo (que provoca falta de libertad, dependencia);  Podríamos seguir enumerando tantas otras situaciones en las cuales se nos camufla sutilmente.

La estructura herodiana sigue presente en lo macro, en lo grande, en lo que nos trasciende globalmente: Herodes había muerto pero estaba su hijo Arquelao, peor que su padre. La estructura herodiana también está presente en lo micro, en lo pequeño, simple, sencillo, en el uso pequeño del poder. Tenemos que estar muy atentos a no caer nosotros en estas prácticas para que no aniden en nuestro corazón y se instalen entre nosotros. Tenemos que preguntarnos como vivo, actúo y es mi forma de proceder, cómo me manejo en lo cotidiano, en mi familia, en el trabajo y en lo laboral, en lo social, en lo político y lo religioso.

Le pedimos hoy a Dios de manera muy especial que podamos ser anunciadores, cuidadores y promotores de la vida con nuestro valiente, abnegado, generoso y confiado testimonio de vida y compromiso. San José en un hermoso ejemplo y testimonio a seguir.

Qué seamos capaces de responder con docilidad al proyecto y voluntad de Dios, a su querer. Que estemos abiertos al proyecto de Dios para hoy salvar también al niño como fue capaz san José.

Imploramos por las situaciones angustiosas que vive nuestro pueblo y el mundo entero fruto del egoísmo, del pecado personal y estructural, de los sistemas injustos que producen muerte, vacío, pobreza, dolor, pérdida del sentido de la vida, deshumanización. Danos la gracia de la parresía evangélica.

En este día tan especial y caro a los sentimientos cristianos ponemos en manos del Señor nuestra patria. Le imploramos al Señor tener el coraje, la valentía y la osadía de las parteras hebreas que desobedecieron a Faraón y salvaron a los niños de la muerte. No es casual que el pueblo hebreo haya puesto en el origen de su gran historia de liberación a dos parteras de Egipto (Sifra: blancura, claridad, hermosura- y Fúa: esplendor), de las que sabemos poco. Ciertamente fueron las primeras objetoras de conciencia: “las parteras temían a Dios y no hicieron lo que había mandado el rey de Egipto, sino que dejaron con vida a los niños” (Ex 1,17). Desobedecieron al rey para obedecer la ley más profunda de la vida. Tierna Madre de Itati ayúdanos a salvar y cuidar la vida.

 

Mons. José Adolfo Larregain

Obispo Auxiliar de Corrientes

 

 

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