En 1910, durante la Segunda Conferencia Internacional de Mujeres Trabajadoras celebrada en Copenhague (Dinamarca), más de 100 mujeres aprobaron declarar el 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Esta fecha, actualmente sirve para reflexionar acerca de las condiciones de vida de las mujeres, reclamar sus derechos en todos los ámbitos y luchar contra aquellas leyes y costumbres que las discriminen. Monseñor Andrés Stanovnik, durante la misa que presidirá el viernes a las 20 en la Iglesia Catedral, rezará de manera especial por todas las mujeres niñas y adultas; y dará gracias por las importantes mejoras con las que cuentan en la actualidad, y pedirá por las que aún no pueden alcanzan un lugar en la sociedad para desarrollarse plena y felizmente.
Participarán de la celebración eucarística, las integrantes del Concejo Provincial de la Mujer, referentes de distintas asociaciones barriales y quienes forman parte y dan vida a los diferentes grupos de mujeres que llevan adelante diversas acciones en parroquias y capillas de la ciudad.
Para la Iglesia, en la perspectiva cristiana, al pensar y hablar de la mujer, se tiene presente siempre la imagen de la Santísima Virgen María. Por ello, la mujer tiene un rol fundamental, ya que desde María, se asume en cada mujer, “su valentía, su profundidad, su femineidad, su ser madre, y en la realidad concreta que le toca vivir, su fortaleza.
La Iglesia es consciente de que en éste día, y todos los días, se debe mantener presente el compromiso de bregar para que la mujer sea realmente dignificada en todos sus aspectos y todas sus formas. No tendría sentido celebrar un día al año, si no se celebrara realmente en la experiencia cotidiana de la vida, en la fe de la Iglesia, la importancia, el valor, el sentir y la dignidad de la mujer.