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 Antonió Yanak, un fiel servidor de la Iglesia Particular de Corrientes, ha partido al casa del Padre

 

 Con profundo pesar, la familia del Arzobispado de Corrientes comunica la Pascua del querido Antonio Yanak, quien, desde hace más de 60 años, brindaba un valioso servicio a esta casa y a toda nuestra Iglesia Particular.
A los 82 años, falleció en esta ciudad, en compañía de su hermana menor, Sor María Sirenia, religiosa de la Congregación de Hermanas Azules. Sus restos serán velados en el salón “Juan Pablo II” del Arzobispado, a partir de las 18. La misa exequial será mañana, a las 10, en la Iglesia “Jesús Nazareno”.

Don Antonio
Don Antonio, nació el 5 de agosto de 1931 en Colonia Alberdi, Misiones, y recibió en octubre de 2011, la distinción que el Santo Padre le otorgó como “Caballero de la Orden Ecuestre de San Gregorio Magno”. Esta mención le fue otorgada en reconocimiento a su vida de entrega sencilla, humilde y cotidiana, en las diversas funciones que cumplió en el Arzobispado.
Llegó a este Arzobispado, en 1950, designado por el entonces Administrador del obispado y Visitador de parroquias, monseñor Robineau. Desde entonces vivió en el obispado y desempeñó numerosos servicios; y lo siguió haciendo, a pesar de haberse jubilado.
Desde que llegó a Corrientes, él fue el encargado de preparar los óleos para la Misa Crismal.


Semblanza
Antonio nació en el seno de una familia católica el miércoles 5 de agosto de 1931 en Colonia Alberdi, Departamento de Oberá, en el entonces Territorio Nacional de Misiones (Provincia de Misiones de Misiones desde 1957), en la República Argentina; queda a unos 80 Km. de la ciudad de Posadas, capital de la Provincia; siendo registrado en el pequeño poblado de Olegario Andrade, Departamento Leandro N. Alem, de la misma Provincia. Los padres de Antonio, Don José Yanak, originario de Checoslovaquia, y Doña Parasca Curkan, de Ucrania, contraen matrimonio en Apóstoles, cabecera del Departamento de Apóstoles, Misiones, en la Iglesia de rito ucraniano. Don Antonio tiene una hermana menor llamada Lelia, Religiosa -con el nombre de Sor María Sirenia- de la Congregación de Hermanas Azules, de origen francés; en la actualidad se encuentra realizando su misión en el partido de Lomas de Zamora, en el Gran Buenos Aires. 

En 1898 el obispo de Paraná encomienda a la Congregación del Verbo Divino la atención pastoral de todo el Territorio Nacional de Misiones. Los sacerdotes de esta Congregación se internan en la selva misionera y, con la ayuda de sacerdotes del lado del Brasil, conforman comunidades cristianas con los autóctonos, pero sobre todo con los inmigrantes que en gran cantidad llegan al Territorio. Al crearse la Diócesis de Corrientes en 1910 el Territorio queda dentro de su jurisdicción. Mencionamos esto porque Don Antonio conoce, participa y bebe de la religión católica a través de las celebraciones presididas por los verbitas. Razón por la cual, mientras despierta una inclinación a la vida sacerdotal en su niñez y adolescencia, naturalmente se inclina por el carisma de esta congregación misionera. Es así que en 1948, cuando iba a cumplir 17 años, ingresa al Seminario Verbita, localizado en la pequeña población denominada Azara, en el Departamento de Apóstoles. Después de algunos meses, por razones de salud, particularmente con la visión, por consejo de los superiores, abandona la Institución.

El joven Antonio no abandona, sin embargo, su espíritu servicial, y se pone al servicio de la sacristía -como sacristán- en la parroquia Santa Inés de Andrade por un lapso de año y medio. En el año 1950 el Pbro. Ramón Secundino Roubineau, entonces Administrador del Obispado de Corrientes y Visitador de Parroquias, mientras cumplía con su oficio se encuentra con Don Antonio, y viendo en él a un joven piadoso y de fe firme, y de un ánimo servicial, lo interesa para un trabajo en la Curia. Don Antonio acepta y se traslada a nuestra ciudad de Corrientes donde llega el 4 de noviembre de 1950. En aquellos días pastoreaba la Diócesis, desde hacía quince años, Mons. Francisco Vicentín.

Don Antonio, desde su llegada, habita en la misma Curia, donde desempeña numerosos servicios: cartero, mozo, portero, telefonista, mandadero, guardián, jardinero, etc. Por vivir en la curia, sus servicios tienen que ver más que nada con la persona del Obispo del momento. Desde su llegada a Corrientes prepara todos los años los óleos para la Misa crismal, y para su distribución a las parroquias.

Sirve de una manera cercana a los Obispos: a Mons. Francisco Vicentín, desde su llegada en 1950 hasta la muerte de éste en 1984; a Mons. Jorge Manuel López (1972-1983); a Mons. Rossi (1983-1994); a Mons. Castagna (1994-2007). En la actualidad, aunque ya jubilado, sigue prestando diversos servicios en la Curia, de acuerdo a lo que la edad y las fuerzas lo permiten.

Hombre piadoso
A Don Antonio lo conocemos como un hombre piadoso. Es de participar de la Misa diariamente. De rezo diario del Santo Rosario. Es de preguntar cuando no entiende algún párrafo de la Biblia, de algún documento, o de algún Padre de la Iglesia.

Hombre discreto
Don Antonio es amigo de la discreción. Con todo lo que se escucha y se habla en una Curia la indiscreción a través de comentarios y chismorreos se presenta como una tentación constante. Don Antonio a sabido mantenerse en la discreción y el respeto de las personas.

Hombre del silencio
Si bien Don Antonio es un hombre que dialoga es más bien conocido por su silencio y moderación en las palabras.

Hombre pobre y generoso

No es sobrio y moderado solamente en sus palabras y gestos, sino también en el comer y en el vestir. Aunque él trate de hacerlo a escondidas, sabemos de su ayuda a los más necesitados compartiendo el dinero recibido por sus servicios.

Hombre servidor
Don Antonio se distingue por su espíritu servicial para con los obispos y el personal de la curia.

Hombre fiel
En toda convivencia se suelen dar malos entendidos e incomprensiones, sin embargo hemos visto en él al hombre que asume y sobrelleva todo con paciencia y caridad, permaneciendo siempre fiel a su servicio y a las personas. En este sentido es modelo y aliento en lo que a llevar la cruz de cada día se refiere.

Fuente viva de historia
Como Don Antonio vive en la Curia desde 1950, conocía a numerosos agentes de pastoral, principalmente sacerdotes y religiosos que han pasado por esta Iglesia Arqui/Diocesana. Fue un testigo cualificado del acontecer histórico diocesano; confiable, toda vez que lo narrado por él pudo comprobarse con anotaciones y documentos. Por lo que se podía confiar en lo que transmite oralmente y que no se encuentra registrado.


En pocas palabras
Como Don Antonio Yanak no llamaba la atención por nada en especial, para quien no lo conocía podría pasar como una persona que no trasciende ni se distingue por nada en particular. Quienes lo conocíamos estamos convencidos de su amor a la Cruz de los Milagros y a la Virgen de Itatí, de su fe en el misterio de la Iglesia como de institución divina. Eso explica su fidelidad y su servicio como si fuera al mismo Cristo.



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