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 “No podemos resignarnos a vivir en medio de la violencia, provenga de donde provenga"

Comunicado de la Acción Católica Argentina a raíz de los casos de linchamientos de delincuentes por parte de vecinos.

 
  Ante los graves acontecimientos de los últimos días, de los que todos fuimos testigos a través de los medios de comunicación, en los que grupos de personas atacaron a otras sospechadas de cometer delitos, provocándoles graves lesiones o la misma muerte, sentimos la necesidad de reflexionar sobre lo que nos sucede como comunidad e invitarnos a todos a reconstruir la convivencia, respetando el supremo valor de la vida y la justicia.

No podemos resignarnos a vivir en medio de la violencia, provenga de donde provenga. El avance del delito, que tiene su causa profunda en la exclusión y la inequidad que “expande su potencia dañina y socaba” el tejido social, no justifica de modo alguno la locura irracional de la reacción por “mano propia”, aumentando así el potencial de disolución y de muerte.

Abrazamos el dolor de tantas víctimas cotidianas a causa de las distintas formas de violencia, pero no podemos ser espectadores resignados cuando observamos entre nosotros cómo la vida se desprecia de modo semejante, y en cierta medida todos nos convertimos en victimarios.

Estamos ante un punto de inflexión que nos coloca frente a un camino de difícil retorno, si cada uno de nosotros no asume la responsabilidad que le toca, no apela a lo más profundo de su conciencia y manifiesta su decisión en los hechos de contribuir al Bien Común, por los caminos de la ley y de la paz.

Necesitamos darnos cuenta de la gravedad de esta hora. ¡No nos acostumbremos a la violencia!

Proponemos que prevalezca el sentido común en cada uno de nosotros como ciudadanos, para no dejar que la ira se enquiste y que se convierta en una espiral de odio y enfrentamiento que responda al mal con la irracionalidad del “ojo por ojo”.

Reclamamos a las autoridades que realicen todos los esfuerzos necesarios para prevenir el delito atacando sus raíces y también sus consecuencias, que no abordadas generan una situación de desamparo que incita a más violencia.

Contribuyamos todos, cada uno desde su lugar, a ser instrumentos de paz, a favorecer la amistad social, a prevenir y combatir el delito con la ley, a peticionar políticas públicas que atiendan las razones por la cual crece la marginalidad, sobre todo entre los jóvenes, a recuperar la posibilidad de vivir en una sociedad más fraterna y solidaria, con igualdad de oportunidades para todos, desanidando de nuestro propio corazón las conductas que nos llevan a comportarnos del mismo modo que aquello que querremos erradicar de entre nosotros.

Una vez más decimos “Jesucristo, Señor de la historia, ¡te necesitamos, nos sentimos heridos y agobiados!”(Oración por la Patria).

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