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La Eucaristía nos convoca, nos reconcilia, nos solidariza y envía


Hace diez años, la Iglesia argentina, en Corrientes, vivía un extraordinario acontecimiento de gracia: el X Congreso Eucarístico Nacional, que tuvo como lema: “Denles ustedes de comer”. Durante cinco extraordinarios días, personas de todo el país, se reunieron en estas tierras para volver la mirada a jesús Sacramentado, para, desde Él, mirar la realidad y buscar alternativas para mejorar la calidad de vida y garantizar la dignidad de cada argentina.
Cada jornada tuvo un lema especial de reflexión: “La Eucaristía nos reúne”, “La Eucaristía nos reconcilia”, “La Eucaristía nos solidariza”, “María, mujer eucarística”, y “La Eucaristía nos envía”.
Obispos de todo el país acompañaron cada instancia de este Congreso, entre ellos, el entonces Arzobispo de Buenos Aires y Primado de la Argentina, cardenal Jorge mario Bergoglio. También el Nuncio Apostólico, monseñor Adriano Bernardini. Como enviado del Santo Padre, llegó al Taragüi, desde Bolivia, el cardenal Julio Terrazas Sandoval, Arzobispo de Santa Cruz de la Sierra.
Los congresistas trabajaron en siete comisiones: Liturgia. Catequesis, Familia, Jóvenes, Educación, Social y Cultura. Las actividades se centraron en cuatro ejes temáticos: “La Eucaristía, Misterio y Comunión”, “Eucaristía y reconciliación”, “Eucaristía y solidaridad”; y “La Eucaristía, sacramento de comunión”.

Palabras de nuestro Pastor
El Arzobispo de Corrientes, hoy emérito, monseñor Domingo Salvador Castagna, en sus palabras de bienvenida a los congresistas, ofrecía una mirada sobre la realidad del país, que 10 años después, en algunos aspectos, parece no haber perdido vigencia.
Reproducimos el mensaje de monseñor Castagna, reflejado en Libro del Congresista:
“Queridos Congresistas:
Son ustedes bienvenidos a Corrientes.
El X Congreso Eucarístico nacional inicia sus jornadas culminantes. Durante su preparación nos empeñamos en descubrir lo que el Señor nos ofrecía como sendero y orientación.
El pueblo argentina muestra heridas profundas e interrogantes sin respuestas satisfactorias. Es un pueblo habituado a volverse a Dios para reinterpretar su historia y decidir la superación de sus peores crisis. Sin duda es ésta una de las más severas. La desocupación, la grave pauperización de más de la mitad de su población, la consecuente división entre personas y grupos convierten la vida social en una caldera siempre próxima a estallar e irresponsablemente alimentada por los profesionales de la violencia. Cada Congreso Eucarístico se ubica en la historia del pueblo que lo celebra. No intenta producir documentos de fuste sino hacer que acontezca un encuentro con Cristo Sacramentado. Con la convicción de que Él es el Salvador de los hombres y el Señor de la historia, sus organizadores se han esforzado en que sea anunciado y celebrado. Es preciso manifestar que la Eucaristía nos convoca, nos reconcilia, nos solidariza y envía. De esta manera abre un panorama despejado y, aunque conocido, siempre nuevo.
No pretendemos resolver, desde la fe que profesamos, asuntos que requieren el concurso de la ciencia y la técnica. Ofrecemos la gracia de renovación que procede de Jesucristo y que hace de cada ciudadano cristiano un protagonista de la sociedad que anhelamos: más fraterna y justa.
Me es grato darles la bienvenida en nombre del pueblo de Corrientes. Que el Sacramento del Cuerpo y de la Sangre del Señor produzca en cada uno de nosotros el deseo de compartir el pan y de recibir su Paz. Que María de Itatí, entrañablemente amada por este pueblo, les dispense ternura y asistencias”.


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