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25 DE MARZO: SOLEMNIDAD DE LA ANUNCIACIÓN
En el Día del Niño por Nacer, nos comprometemos a "cuidar la fragilidad"

 

En el día en que se celebra la Solemnidad de la Anunciación, el 25 de marzo, celebramos también el día del Niño por Nacer. En nuestra Arquidiócesis, esta celebración tiene un sentido especial, ya que estamos caminando en una Provincia que se ha declarado a “favor de la vida” a través de sus instituciones civiles, haciéndose eco del sentimiento mayoritario de su gente.
El Arzobispo de Corrientes, junto con el Secretariado arquidiocesano de Pastoral Familiar, brega por una defensa indeclinable de la vida de los niños por nacer.
Adherimos plenamente a las palabras del Papa Francisco que nos exhorta a “cuidar la fragilidad”. “Entre los débiles, que la Iglesia quiere cuidar con predilección, están también los niños por nacer, que son los más indefensos e inocentes de todos, a quienes hoy se les quiere negar su dignidad humana en orden a hacer con ellos lo que se quiera, quitándoles la vida y promoviendo legislaciones para que nadie pueda impedirlo. Frecuentemente, para ridiculizar alegremente la defensa que la Iglesia hace de sus vidas, se procura presentar su postura como algo ideológico, oscurantista y conservador. Sin embargo, esta defensa de la vida por nacer está íntimamente ligada a la defensa de cualquier derecho humano. Supone la convicción de que un ser humano es siempre sagrado e inviolable, en cualquier situación y en cada etapa de su desarrollo. Es un fin en sí mismo y nunca un medio para resolver otras dificultades. Si esta convicción cae, no quedan fundamentos sólidos y permanentes para defender los derechos humanos, que siempre estarían sometidos a conveniencias circunstanciales de los poderosos de turno. La sola razón es suficiente para reconocer el valor inviolable de cualquier vida humana, pero si además la miramos desde la fe, «toda violación de la dignidad personal del ser humano grita venganza delante de Dios y se configura como ofensa al Creador del hombre» (Evangelii Gaudium, n. 213).
Más adelante, precisa y aclara aún más su postura cuando afirma: “Precisamente porque es una cuestión que hace a la coherencia interna de nuestro mensaje sobre el valor de la persona humana, no debe esperarse que la Iglesia cambie su postura sobre esta cuestión. Quiero ser completamente honesto al respecto. Éste no es un asunto sujeto a supuestas reformas o «modernizaciones». No es progresista pretender resolver los problemas eliminando una vida humana. Pero también es verdad que hemos hecho poco para acompañar adecuadamente a las mujeres que se encuentran en situaciones muy duras, donde el aborto se les presenta como una rápida solución a sus profundas angustias, particularmente cuando la vida que crece en ellas ha surgido como producto de una violación o en un contexto de extrema pobreza. ¿Quién puede dejar de comprender esas situaciones de tanto dolor?” (n. 214).
Invitamos a todos los hombres y mujeres de buena voluntad a elevar a Dios una plegaria por quienes se comprometen en defender la vida desde el momento mismo de la concepción, y pedir a la Tierna Madre de Itatí que reciba en sus brazos a los pequeños a quienes no se les ha permitido ejercer su derecho a la vida.
Mons. Andrés Stanovnik OFMCap.     -      Secretariado arquidiocesano de Pastoral Familiar     
                                             
Arzobispado de Corrientes

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