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Mensaje de monseñor Castagna en la fiesta de la Virgen de la Merced


Corrientes celebró la fiesta litúrgica de su Patrona jurada, Nuestra Señora de la Merced. La misa central fue presidida por el Arzobispo emérito, monseñor Domingo Salvador Castagna, ante una multitud que se congregó frente al Santuario para honrar a la Virgen.

Compartimos algunos fragmentos del mensaje que pronunció monseñor Castagna:

“Desde los orígenes de la Iglesia, María está presente. El texto del Evangelio de Juan nos la presenta firme, silenciosa y martirizada con su divino Hijo, en el momento extremo de la Cruz: "Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre...". (Juan 19, 25). Esa presencia materna fue, es y será siempre. Constituye, por lo mismo, un signo particularmente claro que expresa el inefable del amor redentor de Dios por la humanidad. María, desde la Anunciación a la Resurrección, pasando por la Cruz, es inseparable de Cristo. No podemos imaginar a Cristo sin María, tampoco podemos pensarnos como Iglesia sin María. Los veinte siglos transcurridos, constituyen su prueba. Junto a la Cruz, está María sin decir una palabra, con su corazón materno despedazado, aceptando con su Hijo el cruel martirio y su consoladora consecuencia: la maternidad universal. En Juan, nos acepta a todos como hijos, prolongación conmovedora de su maternidad divina. Por el Bautismo somos uno con Jesús y, por su extrema misericordia, hijos del Padre e hijos con Él de su Madre Santísima. Es preciso, como Juan, darle cabida en el recinto de nuestro corazón en gracia.

“Ésta, su venerable advocación de Nuestra Señora de la Merced, tan anclada en la historia y cultura de nuestro pueblo correntino, mantiene una vigencia inalterable. Ha manifestado su fidelidad materna a la misión que le encomendara su Hijo divino desde la Cruz. Somos testigos de que ha sido así durante más de cuatro siglos y, en imborrables momentos de nuestro pasado reciente. Su popularizada devoción dice a las claras que la voluntad del pueblo de Corrientes es que se quede con él, "en su casa", como lo hizo en la de Juan: "Y desde aquel momento, el discípulo la recibió en su casa". (Juan 19, 27). Esa asombrosa misión no ha dejado de estar activa, en particular cuando la oscuridad del Viernes Santo se ha reeditado en acontecimientos dolorosos, y la indefensión, causada por la inseguridad, la pobreza y la incertidumbre, recrudece sin piedad. Las Fiestas cristianas son para intensificar la oración y confiar en Dios, y en quienes Dios más ama: la Virgen y los santos.

“La referencia directa a la vida real hace, de estas celebraciones, momentos privilegiados para ahondar las convicciones de fe y llevarlas a la práctica. Así lo ha enseñado Jesús, a lo largo de su ministerio, insistiendo en que la práctica de la voluntad de su Padre constituye toda la verdad. María más que nadie conoce lo que Cristo enseña como Maestro. Es preciso que, en ocasiones festivas como ésta, escuchemos a María que insiste en que escuchemos a Jesús, su Hijo, nuestro Dios y nuestro hermano: "Hagan lo que Él les diga". Nuestro pueblo necesita atender lo que dice Jesús por la Escritura Santa, por la predicación apostólica de la Iglesia y por el testimonio, a veces injustamente silenciado, de los santos. La presencia de María, en la fe de nuestro pueblo correntino, se manifiesta oportunamente gracias a las solemnidades marianas como la de hoy. Cada concentración en nuestros Santuarios, cada peregrinación y cada procesión, se constituyen en llamados de María a ser fieles a Jesús. Como aquellos sirvientes de Caná, debemos estar atentos a las indicaciones del Maestro para que nuestra vida personal y social responda a la verdad y al bien común.

“La proverbial devoción de la ciudad de Corrientes a Nuestra Señora de la Merced conforma ya su cultura y sus venerables tradiciones. Ha superado grandes dificultades de toda índole - a lo largo de su historia multisecular - y el movimiento normal de cambios no ha desgastado la roca firme de su fe católica. María, como Madre solícita, mantiene encendida la lumbre del hogar de todos y cuida la integridad de la fe. De esa manera solidariza a sus hijos correntinos con Jesucristo, su Hijo divino, en la obra evangelizadora de la Iglesia Católica, constituida en la "obra común" por la mayoría de este pueblo creyente”.

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