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VIERNES 4: Se ofrecerán “24 horas al Señor” en la Iglesia Catedral


El próximo viernes 4 y el sábado 5 de marzo, acogiendo el pedido del papa Francisco, en la Arquidiócesis, se ofrecerán “24 horas para el Señor” en la Iglesia Catedral, Puerta Santa de la Misericordia. La jornada se iniciará, a las 20, con la Santa Misa que presidirá el Arzobispo emérito, monseñor Domingo Salvador Castagna. Se ofrecerá después hasta las 24; y se retomará esta actividad, el sábado, a partir de las 8, finalizando con la celebración eucarística de las 20.
Con esta iniciativa, el Santo Padre insta, especialmente a los sacerdotes, a predisponerse para recibir a los fieles que deseen acercarse a Dios en el sacramento de la Reconciliación. Se ha invitado por ello a que esta celebración penitencial pueda realizarse también en otras parroquias de la Arquidiócesis.
En la Catedral, monseñor Castagna presidirá el viernes a las 20, la eucaristía, y luego, varios sacerdotes estarán oyendo confesiones hasta la madrugada. El gesto se reiterará el sábado, desde las 8, y hasta la 20.
Recordemos que la Iglesia Catedral es Puerta Santa de la Misericordia. Allí los fieles podrán rezar entonces por las intenciones del Santo Padre, participar de la eucaristía y cumplir las condiciones para lucrar indulgencias.
La misa que presidirá monseñor Castagna, será transmitida por FM San Cayetano (102.5 Mhz).

En Virgen del Valle
Esta iniciativa se llevará adelante también en la parroquia Virgen del Valle, en el barrio Pirayuí. Esta tarde, se rezará el Vía Crucis a las 20.30, y luego se celebrará la Santa Misa. Al finalizar, habrá confesiones hasta la medianoche.
Mañana, se retomarán las confesiones a partir de las 8. Por la tarde, se sumará a los sacerdotes que estará confesando junto al párroco Ariel Weimann, monseñor Castagna.
Las “24 horas para el Señor” culminarán en esa barriada con la celebración eucarística de las 20.

Papa Francisco
Sobre esta iniciativa, en la Bula de Convocación para el Jubileo de la Misericordia escribe: “Muchas personas están volviendo a acercarse al sacramento de la Reconciliación y entre ellas muchos jóvenes, quienes en una experiencia semejante suelen reencontrar el camino para volver al Señor, para vivir un momento de intensa oración y redescubrir el sentido de la propia vida. De nuevo ponemos convencidos en el centro el sacramento de la Reconciliación, porque nos permite experimentar en carne propia la grandeza de la misericordia. Será para cada penitente fuente de verdadera paz interior”.
Y agrega luego en relación a la misión de los confesores: “Nunca me cansaré de insistir en que los confesores sean un verdadero signo de la misericordia del Padre. Ser confesores no se improvisa. Se llega a serlo cuando, ante todo, nos hacemos nosotros penitentes en busca de perdón. Nunca olvidemos que ser confesores significa participar de la misma misión de Jesús y ser signo concreto de la continuidad de un amor divino que perdona y que salva”.


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