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Dia del Niño por Nacer

Solemnidad de a Anunciación del Señor

4 de abril de 2016


Lucas 1, 26-38

1.- La Anunciación y el Dia del Niño por nacer. La Argentina fue el primer país del mundo en declarar el Dia del Niño por Nacer, el 7 de diciembre de 1998 (por decreto número 1406/98). Por el espíritu cristiano que lo alentó se ha escogido la Solemnidad litúrgica de la Anunciación del Señor, que este año fue trasladada desde el 25 de marzo al 4 de abril, por su coincidencia con el Viernes Santo. Al hacerse hombre, el Hijo de Dios, como todos nosotros, fue "un Niño por nacer". Reivindicador de los drechos del niño e inspirador del absoluto respeto a la vida humana y a su integridad física, psíquica y espiritual. Desde esta perspectiva medimos la gravedad de toda agresión a la vida humana y su irresponsable descuido, desde la desnutrición hasta el crimen del aborto. La Encarnación del Verbo de Dios devuelve al ser humano su auténtica dignidad y condena toda discriminación, tácticas persecutorias, mutilaciones, supresión de la libertad de las personas y de los pueblos, las guerras - siempre fraticidas - y la pena de muerte. ¡Qué importante es el hombre para que su Creador decida hacerse Hombre para recuperarlo como ser libre, destinado a la comunión con Él mismo y con los demás seres personales!

2.- Dios es el Padre de nuestra vida (Beato Pablo VI). Hoy recordamos al Gran por Nacer, a partir de la Anunciación y de su Encarnación. María es quien lo concibe amorosamente, consintiendo en la acción del Espíritu Santo, y lo cuida durante nueve meses, como el tesoro más precioso, destinado a sacar a la humanidad del pecado y de la muerte. No existe otra alternativa que la elegida, desde siempre, por Dios. Ese Misterio, acontecido hace más de dos mil años, mantiene toda su actualidad. El pecado del aborto, como desprecio de la vida humana en gestación, sigue desafiando a Dios. La manipulación genética y la muerte del no nacido exhiben hoy cierta sofisticación técnica, amparada por una creciente inmunidad, legalizada inescrupulosamente. La celebración de esta jornada despierta la conciencia de quienes deben guardar la vida humana, desde su concepción hasta su temporal extinción. La Iglesia no ha cesado de enseñar que el principal derecho humano es el derecho a la vida. Es el don, mediante el cual Dios se constituye en Padre de su Creación. Recuerdo la expresión conmovedora del Beato Papa Pablo VI: "Dios es el Padre de nuestra vida". Dañarla, hasta su "siempre" ilegítima supresión, es el más grave de los pecados. Nuestro mundo necesita un eficaz movimiento de conversión a ser respetuoso con la vida humana, con la de cada una de las personas existentes: nacidas, no nacidas, pobres o ricas, sabias o analfabetas, buenas o malas. Se la ha violado con sistemas sociales y culturales, algunos ya superados - como la esclavitud - pero, que hoy adquieren otras formas, no menos nefastas que las desaparecidas, como la trata de personas y el sometimiento a un trabajo abusivo e injustamente remunerado, valiéndose de la debilidad de los más pobres y de los niños. La deuda social está aún más abultada y hasta paralizada por causa de la corrupción de los poderosos y de un estado de mezquindad, lamentablemente dominante en un porcentaje alto de la población.

3.- Innegable modelo de mujer y de Madre. María es el ejemplo más significativo del respeto a la vida como don de Dios. Ella se considera una humilde servidora, y sin méritos propios para ser elegida como madre del Hijo de Dios. Toda mujer, que ha concebido el don de otra vida humana, aprende de la Santa Virgen a prestar su generoso consentimiento a la acción de Dios. En ese gesto de fidelidad está su insuperable dignidad de mujer y de madre. La Anunciación es el respetuoso ofrecimiento divino y, la Encarnación, es el fruto inmediato del humilde consentimiento de María: "El Ángel del Señor anunció a María y concibió por obra del Espíritu Santo... Y el Verbo se hizo Hombre y habitó entre nosotros". (Oración del Angelus) A la luz de ese Misterio podremos hacer una lectura correcta de la maternidad humana y medir, con dolorosa exactitud, la criminalidad de toda interrupción voluntaria del embarazo o el aborto. Es otra vida humana, cuya natural fragilidad la hace depender absolutamente de quien sea su madre. En esta base antropológica, inspirada en el Misterio de la Encarnación, se apoya la posición de la Iglesia Católica al oponerse a toda práctica abortiva, a todo daño deliberado contra la vida humana y a todo perjuicio que menoscabe la dignidad de la persona.

4.- Que el don de la vida humana sea respetado!! Son graves los obstáculos que se oponen a la enseñanza constante de la Iglesia. Con cierto dejo de razonabilidad se esgrimen diversos e insostenibles argumentos. Incluso se confunde la disposición del Santo Padre de acercar el perdón a quienes se arrepienten - del pecado del aborto - con una especie de luz verde para disminuir la malignidad del mismo y orientar la decisión de tolerar su legalización. María de la Anunciación mantiene el valor sacro de la vida humana, desde el momento mismo de su concepción en el seno materno. ¡Oremos por que el don de la vida humana sea respetado!

Mons. Domingo S. Castagna
Arzobispo emérito de Corrientes




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