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José Javier Do Prado recibirá hoy el ministerio presbiteral, una bendición de Dios para la Arquidiócesis


Con una ceremonia, en la que por la oración de la Iglesia y la imposición de manos del Arzobispo, que se va a realizar hoy, a las 20, en la capilla San Miguel Arcángel, José Javier Do Prado recibirá el ministerio presbiteral. Es esta una jornada de inmensa alegría para toda la Iglesia Particular de Corrientes, porque esta consagración de vida de Javier, es un regalo y una bendición especial de Dios para todos. Junto a sus padres, Blanca y José, y sus cinco hermanos, cientos de amigos y familiares estarán acompañando este momento tan especial y definitivo en su vida.

Javier eligió para este momento trascendental y definitivo de su vida el lema. “me llamó por su misericordia”. Mañana celebrará su primera misa, a las 20, allí, en la capilla San Miguel.

Luego de haber completado su formación en el Seminario Interdiocesano “La Encarnación”, y de estar abocado a diversas tareas pastorales en distintas comunidades, esta noche, Javier será ordenado sacerdote por monseñor Andrés Stanovnik. El templo está ubicado en el barrio Jardín, en calle Pedro Esnaola 6100, donde reside la familia de Javier y donde pasó su infancia y adolescencia.

Hace un par de días, Javier contó parte de su vida y del camino recorrido para llegar a su ordenación en el programa “La mañana de la radio” que se emite por FM San Cayetano. Recordó sus experiencias eclesiales, las personas que lo fueron marcando; hizo memoria también de cuándo sintió el llamado del Señor y cómo fue tomar la decisión de oír su voz y animarse a ser sacerdote.

Javier vivió con su familia siempre en el barrio Jardín. Cuando estaba terminando la secundaria sentía algo en su corazón que lo llamaba a seguir el camino del Señor, sin embargo, optó por seguir haciendo “la vida de un joven normal”. Ingresó a la facultad de Ciencias Exactas para estudiar Matemáticas, pero al año y medio tuvo que abandonar porque su papá se quedó sin trabajo y había que ayudar con la economía familia, donde había hermanos pequeños. Luego estudió Mecanografía y Computación en la Escuela María de Nazareth.

“Después de la secundaria, tuve una cierta inclinación a estudiar matemáticas. Estudié en la UNNE. No seguí porque nosotros somos seis hermanos y mi papá se había quedado sin trabajo; mis hermanos más chicos eran muy chicos, y decidí trabajar por mi cuenta, cortando el pasto, fui ayudante de albañil, en lo que se podía y se daba, trabajaba. Nunca tuve trabajo seguro. Pero siempre trabajé para ayudar a mi familia”, contó.

Recordó luego, “así pasaron los años hasta que me decidí, y tomé el coraje de decirle a mis padres lo que quería hacer. Mi mamá lloraba como todas las madres. Mi papá, como hombre es más duro, con más carácter”. Y afirmó con ternura, “estoy inmensamente orgulloso de la familia que tengo, de los padres que me tocaron. Dos personas muy trabajadoras que educaron a seis hijos, con muchas dificultades económicas muchas veces, con dificultades de matrimonio algunas otras. Pero inmensamente orgulloso. Ninguno de los dos nació siendo padres, vinieron de una condición de pobreza bastante marcada los dos. Mi papá es de Paso de los Libres, mi mamá de Mercedes. Han construido una historia entre ellos dos y con sus seis hijos que, a mí, me marcó muchísimo. Eternamente agradecido por esa experiencia familiar. Siento que es un regalo de Dios”.

Javier rememoró momentos importantes en su andar en la Iglesia, como la vivencia del Congreso Eucarístico Nacional que se celebró en Corrientes, a sacerdotes que lo marcaron por su testimonio. Entre ellos, habló del padre Julio Vallejos, que lo acompañó durante su formación en el Seminario Interdiocesano “La Encarnación”, al que ingresó en 2006. Etapa que recuerda no fue sencilla, porque hubo momentos de dudas, tiempo en el que fue de gran ayuda contar con el acompañamiento de un psicólogo para ir ayudando en ese proceso. Hizo mención del apoyo y acompañamiento en su proceso formativo de monseñor Andrés, que llegó a Corrientes en 2007 y de quien entonces era rector del Seminario, Adolfo Canecí, hoy Obispo de Goya.

Destacó también la experiencia formativa, la gente que Dios fue poniendo a su lado en el camino, que le ayudaron a aceptar las renuncias y recibir con agrado las elecciones y certezas que el Señor le fue dando.

Durante los años en el Seminario, como todos los jóvenes que allí se forman, Javier realizó tareas pastorales en distintas comunidades; en Resistencia, estuvo en la parroquia Santa Cruz, más precisamente colaborando en las capillas San Ramón y San Pantaleón, y acompañando la pastoral carcelaria en la Unidad Federal Nº 7. Luego comenzó su apostolado en Corrientes, en las parroquias de San Miguel, y en Capital, en Virgen de Itatí, Santa Rosa e Inmaculado Corazón de María. Desde hace año y medio, está incardinado en Nuestra Señora del Carmen, de Mantilla.

Asegura Javier que si bien le agrada toda la tarea pastoral que implica el sacerdocio, tiene especial predilección por la labor misionera y el trabajo con los jóvenes. Aunque reconoce, que a veces, “está el peligro de inclinarse sólo hacia eso que a uno le gusta, pero que el corazón de un pastor debe estar para atender a todos y a todo. No para darle el gusto y complacer a todos, sino para tener el oído atento y estar pendiente de todas las realidades que se presentan. Aunque haya cosas que no nos gusten, el corazón del pastor tiene siempre que amar todo”.

La ceremonia de hoy será transmitida por FM San Cayetano (102.5 Mhz). Se podrá ver la próxima semana en el espacio de Compartiendo Vida, por Cablevisión y Gigared, y en la FanPage: Compartiendo Vida Noticias Arquidiocesis de Corrientes.


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