Un auténtico acontecimiento de gracia se vivió el sábado en Corrientes con la Clausura del Jubileo Extraordinario de la Misericordia. Unas cinco mil personas se congregaron en torno a la Iglesia Catedral para compartir la ceremonia de cierre de la Puerta Santa. Más de 30 sacerdotes administraron el sacramento de la Reconciliación en el templo y en Plaza Cabral, desde las 18, y hasta las 23, aproximadamente. En su homilía, el Arzobispo destacó que “el nuevo período que se abre delante de nosotros, una vez clausurado el Año de la Misericordia, es un tiempo para hacer realidad, en lo cotidiano de la vida, aquella profunda renovación que fue para cada uno de nosotros el Año jubilar”.

Ante esta realidad señalada por el Pastor, durante la celebración, se dio inicio a una gran misión que compromete a todos los fieles, como un legado del Año Jubilar. Es un tiempo para asumir compromisos de misericordia cotidianos en cada ámbito de la vida: como Iglesia, en las comunidades parroquiales, en la Catequesis, en el matrimonio y la familia, en los movimientos, en las escuelas católicas, en la visita a los enfermos y en el trato de la pastoral con los encarcelados.

La celebración se inició a las 17.30, con una animación que acompañaba lo que se vivía en plaza Cabral, donde los diferentes movimientos diocesanos instalaron más de 14 altares donde se podía hacer una oración ante las imágenes de la Cruz de los Milagros y la Virgen de Itatí. En torno a ellos, más de 30 sacerdotes, dispersos por todo el paseo del centro de la ciudad, oían confesiones. Así, la plaza Cabral, se transformó por espacio de más cinco horas, en un fraterno confesionario.

También en el templo catedralicio varios sacerdotes, entre ellos el Arzobispo, oían confesiones; mientras los fieles realizaban el cruce de la Puerta Santa.

Un momento especial se vivió cuando, alrededor de las 19.30, llegó hasta el lugar la imagen peregrina de la Virgen de Itatí que genera siempre sentimientos de emoción y alegría en los fieles. Saludada con globos y pañuelos al viento, fue acompañada hasta el altar bellamente arreglado por la Comisión Arquidiocesana de Liturgia, donde ya se hallaba la réplica de la Cruz de los Milagros. Estos sagrados signos, que forman parte de la identidad del pueblo correntino, presidieron la celebración eucarística.
A las 20, monseñor Andrés Stanovnik, acompañado por decenas de sacerdotes –mientras otros continuaban confesando en la plaza-, inició la Santa Misa solemne donde el Coro Arquidiocesano ofreció la calidez de las melodías litúrgicas.

En su mensaje, monseñor Stanovnik resaltó que, aunque se acaba el Jubileo, la misericordia debe continuar presente en nuestras vidas. “una vez clausurado el Año de la Misericordia, es un tiempo para hacer realidad, en lo cotidiano de la vida, aquella profunda renovación que fue para cada uno de nosotros el Año jubilar”.

En ese marco, mencionó que “al devenir histórico del hombre –sujeto a un inicio, a un desarrollo y a un final–, Dios en su infinita misericordia le ha abierto una gran esperanza. A los hombres, que por su desobediencia han perdido toda esperanza, Jesucristo, el Verbo hecho carne, se ha revelado como Camino, Verdad y Vida”. Y agregó, “este gran misterio del Amor de Dios, es el que expresamos en la oración a la Virgen y a la Cruz, cuando decimos: “nos miraste con ojos de misericordia por más de cuatro siglos”; a ese testimonio de fe, añadimos con renovada convicción: hoy continúa mirándonos con esos mismos ojos: llenos de ternura y misericordia. Y ante la Cruz de los Milagros nos comprometemos a “compartir con los más pobres”, porque eso nos hace “misioneros de la misericordia”. En la mirada tierna de María contemplamos conmovidos la misericordia que Dios, que renueva profundamente nuestra vida. Y, así, renovados, nos lanzamos a ser testigos y misioneros de la misericordia que nosotros mismos hemos experimentado” (ver texto completo de la homilía en: http://bit.ly/2excWO0)

Antes del final de la misa, el Arzobispo hizo el gesto de cierre de la Puerta Santa. Destacó, particularmente, la reiterada palabra dicha por todos con quienes se fue cruzando a su paso: “gracias”, por la vivencia de este Jubileo. Luego, entregó a los decanos y referentes de cada uno de los ocho decanatos en los que está dividida la Arquidiócesis, el subsidio que plantea los “Compromisos que deja el Jubileo” a la Iglesia particular de Corrientes, en general, y a cada bautizado, en particular.

Como todo festejo correntino, la fiesta culminó con ritmo chamamecero. En el atrio de la Catedral se desarrolló un festival en el que Darío Sosa y Susy de Pompert, regalaron el don de su voz para darle un broche de oro a esta histórica jornada.

Solo resta destacar algunos puntos fuertes que hicieron del sábado, un histórico acontecimiento de gracia. Fueron más de 14 altares los que se instalaron en plaza Cabral. Más de 40 sacerdotes ofrecieron, por un espacio de superior a las cinco horas, el sacramento de la Reconciliación. Más de 30 sacerdotes concelebraron la misa con el Arzobispo. Por primera vez, junto a religiosas y consagradas de distintas congregaciones, participaron de una celebración diocesana las hermanas Clarisas contemplativas. Aproximadamente, 200 jóvenes se desplegaron para estar al servicio de los fieles, entre ellos, Scouts Diocesanos y de Argentinas, Servidores de la parroquia Virgen del Valle y de la Renovación Carismática Católica.

Además, la cobertura del acontecimiento, se desplegó con el Equipo Televisivo de la Arquidiócesis, y las imágenes se pueden ver en el espacio de “Compartiendo Vida” en su canal de You Tube y su perfil de Facebook. En vivo, se pudo seguir la celebración a través de la radio del Arzobispado, Fm San Cayetano (102.5 Mhz), señal que fue retransmitida por FM Impacto (104.3 Mhz) de Palmar Grande; FM. La Nueve (99.3 Mhz) de 9 de Julio; y FM Diaconía (91.5 Mhz) de San Lorenzo.