“Un mundo mejor se construye también gracias a ustedes, que siempre desean cambiar y ser generosos. No tengan miedo de escuchar al Espíritu que les sugiere opciones audaces, no pierdan tiempo cuando la conciencia les pida arriesgar para seguir al maestro” (1) .
Con esta invitación del papa Francisco, queremos levantar la voz para que resuene en cada comunidad de nuestra querida región.
El lema que nos convoca este año nos exhorta al reconocimiento del paso de Jesús en nuestra historia, llena de luces y sombras, haciéndose compañero de camino, animando y fortaleciendo nuestra fe.
Maria, Madre y Maestra, pilar de toda familia; es para nosotros la guía en este itinerario en búsqueda de esa verdad que persigue nuestro discernimiento.
Los jóvenes, presente y futuro de la sociedad, también necesitamos ser animados, revitalizados, reencausados en nuestra tarea y misión de ser constructores de una sociedad más fraterna, hasta las periferias del mundo.
María nos conduce a Jesús. De su mano queremos seguir sus pasos. Queremos hacer resonar en nuestra mente y corazón su pedido de “hacer lo que él nos diga” (jn 2, 5). Como Madre atenta a sus hijos…
Confiamos nuestra historia a su maternal protección.
Queremos ser hijos obedientes a la voz del Padre, que por Jesús nuestro hermano y señor, nos llama a trabajar por la causa del reino, poniendo en ejercicio nuestros dones y carismas para vivir nuestro compromiso cristiano.
Como Pastoral de Juventud en la Argentina planteamos como objetivo vivir una Iglesia en “salida” renovando la opción preferencial por los jóvenes, saliendo a su encuentro como discípulos misioneros, como invita el proceso de revitalización.
También pretendemos generar un espacio de escucha donde los jóvenes compartamos la vida y el testimonio del encuentro con Cristo a otros jóvenes.
Afirmamos que nuestra juventud rechaza la injusticia en todas sus formas; no comulgamos con la cultura del descarte y de la muerte, ni bajamos la cabeza ante la globalización de la indiferencia.
Compartimos la preocupación de nuestro Santo Padre y nuestros obispos, que, para rescatar a la sociedad de la crisis actual, es necesario animar a las familias cristianas “a valorar los dones del matrimonio y de la familia, y sostener un amor fuerte y lleno de valores como la generosidad, el compromiso, la fidelidad o la paciencia” (2).
“¡Escuchen ese grito que viene de lo más íntimo! también cuando adviertan, como el profeta jeremías, la inexperiencia propia de la joven edad, Dios los estimula a ir donde él los envía: «no les tengas miedo, que contigo estoy para salvarte” (Jer 1,8) (3).
Que nos proteja María de Nazaret, una joven como nosotros, a quien Dios ha dirigido su mirada amorosa, nos tome de su mano y nos guíe a la alegría de un ¡aquí estoy! pleno y generoso. (cfr. lc. 1, 38)

Tierna Madre de Itatí. ¡Ruega por nosotros!