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Marcha por las Dos Vidas

Corrientes, 20 de mayo de 2018


 
Por las Dos Vidas: alertamos sobre cinismo del ausente

La inclusión respeta el derecho a la vida para todos, como el primero de los derechos. Si dejáramos de respetar ese primer derecho, ¿qué nos queda por respetar? Nada, todos los demás derechos quedan a disponibilidad del más fuerte: esto es la ley de la selva, que creíamos ingenuamente superada.

El derecho a la vida empieza desde el primer instante del nacimiento del ser humano: es decir desde la concepción. ¿Qué le añade a ese ser humano, que por serlo ya es persona humana, el hecho de que tenga 14 semanas de vida, o 20, o un año de nacido? Esencialmente nada. Estamos, entonces, por la defensa inclaudicable y la inclusión sin restricciones de las dos vidas: la del hijo y de la madre.

Pero, si esencialmente el transcurso de la evolución por sí mismo no le añade nada a la vida concebida, sin embargo, accidentalmente, la protección y los elementos esenciales para que su curso vital se vaya desarrollando de acuerdo a su dignidad de persona, le proporciona al ser humano concebido las posibilidades de integración. Porque no es lo mismo incluir que integrar. Hay que incluir y luego hacer todo para una adecuada integración y participación del ser humano en todo el itinerario vital de su desarrollo.

Estamos absolutamente convencidos de que es posible y, además, profundamente humano y cristiano, salvar, cuidar y acompañar las dos vidas: la del hijo y la de la madre. Pero si queremos incluir e integrar, ¿por qué dejamos afuera al partícipe primario e inmediatamente responsable de las dos vidas? Me refiero al padre de la criatura. Seguimos sosteniendo y alimentando una mentalidad machista y patriarcal con un cinismo vergonzoso y ordinario: por una parte, se descargan, no sin fundamento, críticas feroces contra la dominación secular machista. Y por otra, cuando se trata de que el macho asuma la paternidad con la responsabilidad que le corresponde, descargamos sobre la pobre mujer, a quien falsamente queremos convencer que la liberamos y que le damos los instrumentos para que se sienta dueña de sí misma, el peso insoportable de tener que cargar, además del hijo que gesta en su vientre, también el peso de obligarla a que lo destruya. Y el macho continúa imperturbable su depredación dominante, decidiendo quién tiene derecho a vivir y quién no, corrompiendo conciencias y comprando voluntades.

Estas contradicciones, sin sentidos y confusiones, son consecuencia de dos graves desviaciones que estamos viviendo: una, está en el orden de la razón y se la conoce como ideologización, es decir, un poder construido por dos o tres ideas absolutas, a las que se pretende imponer por la fuerza a todos; la otra, el olvido de Dios, que oscurece la mente y confunde el corazón de tal manera, que le hace entender y ver lo que está mal como un bien. Así es como en Islandia ya se llegó al cero por ciento de nacimientos con síndrome Down, y en ese camino van otros países europeos, que pretenden que también nosotros impongamos a nuestro pueblo su cultura de la muerte. Hace unos dos milenios también los espartanos arrojaban a sus niños deformes a un precipicio, creyendo ilusoriamente que con ello mejorarían la raza y prolongarían su poderío a través de los siglos.

Nosotros estamos acá hoy, porque estamos convencidos que es necesario incluir e integrar a todos, especialmente a los más vulnerables que en este caso es el hijo y la madre que lo está gestando. Entendemos que es absurdo pretender salvar una vida destruyendo otra. Es posible salvar las dos, para lo cual hay suficientes proyectos y voluntades que lo avalan. Estamos persuadidos de que no se debe discriminar a nadie, menos aún a los más desprotegidos, como son los niños por nacer. Tampoco queremos imponer a nadie nuestro pensamiento, por el contrario, abiertos al diálogo, a la pluralidad de opiniones, a la riqueza de las diversas culturas, queremos decirles a nuestros legisladores que ValeTodaVida, para que nos representen manifestando decididamente que están dispuestos a defender, a cuidar y a promover las dos vidas, reconociendo y acompañado lo que ha hecho la mujer correntina a lo largo de los siglos; y les pedimos que se incluya la responsabilidad del varón en la legislación sobre el cuidado de su hijo y de la madre de su hijo, para que asuma activamente su servicio indispensable en la construcción de la familia.
 
Andrés Stanovnik




NOTA: a la derecha de la página, en "Otros archivos", el texto como MARCHA POR LAS DOS VIDAS 20-05-2018 en formato de word.


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