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VIERNES 15: Corrientes tendrá un nuevo Diácono, además de un nuevo Acólito y un nuevo Lector


La Iglesia particular de Corrientes vivirá el próximo viernes una fiesta, ya que será ordenado diácono un joven en camino hacia el sacerdocio. Se trata de Héctor Amarrilla que recibirá la consagración de la mano del Arzobispo durante la Santa Misa que presidirá a las 20, en la parroquia San Juan Bautista. Además, habrá un Acolitado y un Lectorado.
En la misma ceremonia, recibirá el acolitado, Leonardo Henrique Guedes, seminarista oriundo de Brasil que se forma en el Seminario Mayor Arquidiocesano, Internacional y Misionero “Redemptoris Mater” del Camino Neocatecumenal.
Además, Saúl Speranza recibirá también el Lectorado. Primero de sus pasos definitivos, tras años de formación, hacia el sacerdocio.
Héctor Amarilla se ha formado en el Seminario Interdiocesano “La Encarnación”. Ha elegido como lema para este momento tan trascedente de su vida el versículo 2 del Salmo 25: “Dios mío, yo pongo en ti mi confianza”.
La celebración será transmitida por FM San Cayetano (102.5 Mhz)

Ministerio de Lector y Acólito
El ministerio consiste en proclamar la Palabra de Dios, o más bien permitir a Dios hablar a la Asamblea Eucarística a través de uno. Cuando se proclama, la Palabra de Dios cobra vida, y es la misión de dejar que cobre vida en uno para que pueda hacerlo en la comunidad entera. Hay una conexión orgánica entre la liturgia de la Palabra y la liturgia de la Eucaristía.
Se trata de un ministerio estable y puede ser ejercido por varones, bien sea laicos o aquellos que dirigen sus pasos hacia el sacerdocio.
En el Código de Derecho Canónico, en el canon 230 donde establece lo siguiente: “Los varones laicos que tengan la edad y las condiciones determinadas por la Conferencia Episcopal pueden ser llamados para el ministerio estable de lector y acólito, mediante el rito litúrgico prescrito; sin embargo la colación de esos ministerios no les da derecho a ser sustentados o remunerados por la Iglesia.”
De esta manera la Iglesia establece una clara diferencia entre ministerio y sagradas órdenes.
Las funciones de un acólito son:
Cuidar del servicio del altar.
Ayudar al diácono y al sacerdote en las acciones litúrgicas, especialmente en la celebración de la Misa.
Distribuir la sagrada comunión como ministro extraordinario de la comunión, según las condiciones establecidas para ello.
En idénticas condiciones podrá exponer públicamente el Santísimo Sacramento de la Eucaristía a la adoración de los fieles y podrá luego reservarlo, pero no puede dar la bendición.
Puede además instruir a los fieles que ayudan en las acciones litúrgicas como son las de llevar el Misal, la cruz, los cirios u otras funciones similares.

La ordenación de los diáconos

De acuerdo, con el Catecismo de la Iglesia Católica, en el número 1569, se señala sobre los diáconos: «… a los que se les imponen las manos "para realizar un servicio y no para ejercer el sacerdocio"» (LG 29; cf CD 15). En la ordenación al diaconado, sólo el obispo impone las manos, significando así que el diácono está especialmente vinculado al obispo en las tareas de su "diaconía" (cf San Hipólito Romano, Traditio apostolica 8).
El número 1570, dice: “Los diáconos participan de una manera especial en la misión y la gracia de Cristo (cfLG 41; AG 16). El sacramento del Orden los marco con un sello («carácter») que nadie puede hacer desaparecer y que los configura con Cristo que se hizo "diácono", es decir, el servidor de todos (cf Mc 10,45; Lc 22,27; San Policarpo de Esmirna, Epistula ad Philippenses 5, 25,2). Corresponde a los diáconos, entre otras cosas, asistir al obispo y a los presbíteros en la celebración de los divinos misterios sobre todo de la Eucaristía y en la distribución de la misma, asistir a la celebración del matrimonio y bendecirlo, proclamar el Evangelio y predicar, presidir las exequias y entregarse a los diversos servicios de la caridad (cf LG 29; cf. SC 35,4; AG 16).



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