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 Palabras con ocasión de la colocación del bastón de mando
a la imagen peregrina de Nuestra Señora de la Merced
Corrientes, 24 de septiembre de 2011

 

 ¿Qué significa colocar el bastón de mando a la imagen de la Virgen peregrina de Nuestra Señora de la Merced? Ante todo, cumplimos con un deber que teníamos con la verdad histórica, gracias a la iniciativa de un grupo de hombres correntinos pertenecientes al Ejército Argentino. Escuchemos el relato, que hace a esa verdad, sobre la procesión que había dispuesto Manuel Belgrano, el 28 de octubre de 1812, en agradecimiento a Nuestra Señora de la Merced por la decisiva y completa victoria que logró el Ejército del Norte, asegurando así las fronteras de esa región para la naciente independencia de nuestra Patria. Dice el relato: “Repentinamente el General [Belgrano] deja su puesto, y se dirige solo hacia las andas en donde era conducida la imagen de la advocación que se celebraba; la procesión para; las miradas de todos se dirigen a indagar la causa de esta novedad; todos están pendientes de lo que se propone el General; quien, haciendo bajar las andas hasta ponerlas a su nivel, entrega el bastón que llevaba en su mano, y lo acomoda por el cordón en las de la imagen de Mercedes. Hecho esto, vuelven los conductores a levantar las andas, y la procesión continúa majestuosamente su carrera. La conmoción fue entonces universal”.

Esa verdad histórica se funda en otra más profunda: la verdad de Dios. Jesucristo, el Verbo hecho carne en las entrañas purísimas de María, nos reveló que Dios es Amor. Es un amor real, histórico y al mismo tiempo trascendente, y no apenas una emoción subjetiva o una vaga creencia, como algunos pretenden que fuera. El Amor de Dios es un amor real y verdadero, que incide profundamente en los vínculos de las personas y en la convivencia cívica. Es un amor que impacta positivamente en el espacio público. En cambio, su ausencia de la vida pública generó tendencias dominantes destructivas en el último siglo. Así lo demuestran los resultados de los sistemas totalitarios como el marxismo, el nacismo, el fascismo e incluso el capitalismo. Una libertad sin Dios, es la más engañosa de las fantasías que confunde al hombre en todos los tiempos. El hombre sin Dios se vuelve esclavo de sí mismo y despótico para los otros. Dios es la realidad fundante, no un Dios sólo pensado o hipotético, sino el Dios de rostro humano: es el Dios-con-nosotros, el Dios del amor hasta el Cruz[1], que nos elige y convoca para ser pueblo libre y peregrino con él hacia el único destino que dignifica nuestra condición humana: el camino hacia el Cielo que Dios nos tiene prometido.

Colocar el bastón de mando a la imagen peregrina de Nuestra Señora de la Merced, nos habla de la enorme importancia que tienen los valores cristianos para la conformación de la identidad de nuestro pueblo, del compromiso ciudadano de cada uno de sus habitantes y de la responsabilidad que asume la autoridad pública cuando el pueblo los elige como sus representantes. Restituir ese símbolo de poder en las manos de Nuestra Señora de la Merced, es declararla conductora de un pueblo que busca su libertad, y maestra que nos enseña a conciliar el amor a Dios y a la Patria, a ejercer el poder como servicio, y a brindarse por entero a la construcción de una patria para todos. Los gestos espectaculares, como el de Manuel Belgrano, cuando van sostenidos por la coherencia de vida, son altamente ejemplares.

Procedamos ahora a cumplir con el trascendental acto de colocar el bastón de mando a la imagen peregrina de Nuestra Señora de la Merced. Como aquellos hombres y mujeres, conmovidos por el profundo impacto que produce en nuestra alma este gesto, nos disponemos luego para dar inicio a nuestra tradicional procesión con la honorable y amada patrona de nuestra Ciudad.
Mons. Andrés Stanovnik OFMCap

[1] Benedicto XVI, Discurso inaugural, Aparecida, 13.05.2007.

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