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Corrientes, 20 de agosto de 2012

 Muy queridos catequistas

 Al Pbro. Julio A. Vallejos,
Director de la Junta arquidiocesana de Catequesis

 El Día del Catequista que celebramos todos los años en la memoria de San Pío X, patrono de los catequistas, me trae la feliz memoria de la primera catequesis que recibí de mis padres y luego la catequesis que me brindaron las maestras en la escuela. Quiero recordarlos hoy, junto con ustedes, y agradecerles el maravilloso don de la fe cristiana y, al mismo tiempo, el regalo de la Iglesia, verdadera experiencia de hermanos y hermanas que se reúnen para profesar la fe, celebrarla, vivirla y rezarla –como nos recuerda el Papa Benedicto XVI, en vísperas del Año de la Fe–. Y también agradecerles a ustedes ese servicio indispensable y realmente valioso que brindan acompañando los diversos itinerarios de crecimiento en la fe.
Acercándonos al Año de la fe, –decía en la reciente Carta pastoral– los invito a dar gracias a Dios por los primeros evangelizadores que trajeron la fe católica a estas tierras, y luego por nuestros abuelos y abuelas, padres, catequistas y sacerdotes. Ellos nos enseñaron a rezar y amar a la Virgen de Itatí, a la Cruz de los Milagros, a los santos y santas, y tantas otras cosas hermosas que se nos quedaron grabadas muy hondo en nuestro corazón. Esas cosas buenas que se fijan en la memoria nos hace buenos y “el hombre bueno saca el bien del tesoro de bondad que tiene en su corazón […] porque de la abundancia del corazón habla la boca” (Lc 6,45).
Así como ellos, también ustedes un día sintieron que Jesús los llamaba a la noble misión de entregar a otros lo que recibieron, para que también ellos se alegraran de conocer a Jesús, y descubrieran la hermosa familia que tienen en la Iglesia. Hoy renuevo con ustedes la alegría de haber sido llamado por Jesús a ser catequista en su Iglesia.
Para concluir, aprovecho la ocasión para compartir con todos los catequistas unas palabras actualísimas del beato Papa Juan Pablo II: “La catequesis, que es crecimiento en la fe y maduración de la vida cristiana hacia la plenitud, es por consiguiente una obra del Espíritu Santo, obra que sólo Él puede suscitar y alimentar en la Iglesia (...) La Iglesia, cuando ejerce su misión catequética –como también cada cristiano que la ejerce en la Iglesia y en nombre de la Iglesia– debe ser muy consciente de que actúa como instrumento vivo y dócil del Espíritu Santo. Invocar constantemente este Espíritu, estar en comunión con Él, esforzarse en conocer sus auténticas inspiraciones debe ser la actitud de la Iglesia docente y de todo catequista (...) Además, es necesario que el deseo profundo de comprender mejor la acción del Espíritu y de entregarse más a él –dado que «nosotros vivimos en la Iglesia un momento privilegiado del Espíritu», como observaba mi Predecesor Pablo VI–provoca un despertar catequético" (Catechesi tradendae, n. 72).
Mientras rezo por cada uno de ustedes, para que el Año de la fe provoque en todos nosotros un nuevo despertar catequístico, los abrazo y bendigo.


Mons. Andrés Stanovnik OFMCap.
Arzobispo de Corrientes

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