PRENSA > HOMILÍAS

Homilía Viernes Santo

Corrientes, 3 de abril de 2015

Hoy la Iglesia conmemora la pasión y muerte de Jesús. Conforme a todos los relatos de la pasión, Jesús acaba muriendo en una cruz. Este signo de maldición, de tortura y de muerte, abrazado por amor, se convirtió en Evangelio, es decir, en el gran anuncio de la Buena Noticia. Tratemos de acercarnos un poco más a la paradoja de la cruz, a ese signo de contradicción que en unos provoca sentimientos de amor y de paz, y en otros actitudes de rechazo y sentimientos de furia. Este profundo contraste acompaña la historia de la humanidad desde sus inicios y llega a su punto culminante en el calvario, cuando Jesús muere en la cruz.
San Pablo expresa esa contradicción cuando dice: “Mientras los judíos piden milagros y los griegos van en busca de sabiduría, nosotros predicamos a un Cristo crucificado, escándalo para los judíos y locura para los paganos, pero fuerza y sabiduría de Dios para los que han sido llamados, tanto judíos como griegos” (1Co 1,22-24). La afirmación central de estas palabras se resume en esta frase: “La cruz es fuerza y sabiduría de Dios”. Esa fuerza y esa sabiduría se liberan para nosotros desde el momento en que Jesús abraza la cruz por amor y confía totalmente en Dios, su Padre. En esa entrega amorosa y obediente, Jesús desactiva el poder de la muerte representada en ese signo, y así convierte la maldición en bendición y el odio en amor. Definitivamente, el pecado, la muerte y el mal, ya no tienen poder sobre él ni sobre aquellos que creen en él. Por eso exclamamos con las palabras de la Oración ante la Cruz de los Milagros: ¡Jesucristo, vida y esperanza nuestra!
Ayer decíamos que durante estos tres días santos: jueves, viernes y sábado compartiríamos algo de lo que se nos ha entregado en las “Orientaciones pastorales para el período 2015-2017”. Y recordábamos que con motivo del Congreso Eucarístico Nacional, que se va a realizar en junio del próximo año en Tucumán, se nos invitaba a redescubrir y profundizar la Eucaristía como fuente de la misericordia, la alegría y la misión.
Las Orientaciones nos hablan de la Eucaristía como fuente de la misión. Allí se nos recuerda que la celebración eucarística es la actualización del sacrificio redentor de Jesucristo. Al participar en la Eucaristía, nos unimos íntimamente a Jesús y con él formamos un solo y verdadero cuerpo. De ese encuentro personal con Cristo nace la tarea misionera. En la Eucaristía Jesús está vivo y se ofrece a cada uno para renovar la vida con su amor. Esta experiencia de encuentro personal con Jesús es la que provoca ese impulso interior de querer compartirla con los hermanos, más cercanos y más alejados. “La misión es lo que el amor no puede callar”. Por consiguiente, el misterio de la cruz, como señal de amor y de luz, se convierte en misión.
Pero se trata de una misión que encontrará muchas resistencias y deberá enfrentar otras tantas persecuciones. Sin embargo, por el poder y la sabiduría de la cruz, sabemos que el mal no triunfará, ni el odio tendrá la última palabra. La cruz abrazada por Jesús nos enseña que el amor todo lo puede, que compartir con los más pobres nos hace misioneros de su misericordia y nos muestra el camino que nos lleva al cielo. Con el beso santo que en unos instantes más daremos a Jesús crucificado, queremos comprometer nuestra vida de discípulos en unirnos más íntimamente a Jesús que se nos entrega en la Eucaristía, para ser fervorosos misioneros de su amor.
Amados por Dios y habiendo experimentado su misericordia y su perdón, queremos ser misioneros alegres y misericordiosos con todos. Estamos decididos a llevar este beso santo a nuestra vida cotidiana convirtiéndolo en gestos de perdón y de cercanía con todos, especialmente de aquellos de los que estamos más alejados, de los que nos han ofendido o provocado algún daño.
Nos encomendamos a la tierna protección de la Virgen María junto a la cruz de su Hijo. Amén.

Mons. Andrés Stanovnik OFMCap.
Arzobispo de Corrientes



NOTA:
a la derecha de la página, en "Otros archivos", el texto como HOMILIA VIERNES SANTO 2015, en formato de word.



ARCHIVOS