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 Homilía en la Misa por el eterno descanso del P. Rafael Ledesma

 Corrientes, 18 de mayo de 2015

 
   Nos hemos reunido esta tarde para rezar por el eterno descanso del P. Rafael Ledesma, sacerdote de nuestro presbiterio, y expresar así el reconocimiento y el afecto de toda la comunidad arquidiocesana a la que sirvió generosa y fielmente el P. Rafael. Sus últimos años los vivió en el Hogar que tiene la fundación Jesús María al frente del aeropuerto Pirayiné Niveiro, donde fue testimonio de una presencia sacerdotal muy querida y apreciada por todos. Durante sus últimos días, con apenas un hilo de vida y algún destello de claridad en su mente, jamás dejó de levantar la mano derecha para trazar la cruz de la bendición cuando alguien se la pedía.
Una palabra de gratitud muy especial va dirigida a la Señora Haydée, responsable del Hogar, quien lo cuidó y atendió con verdadero amor de madre hasta los últimos momentos de su vida. La Providencia me permitió estar en la habitación, donde yacían sus restos pocos instantes después de su deceso para encomendarlo a la bondad y misericordia del Padre. Le acerqué también el afecto y la oración de todo el presbiterio, recordando que en ese momento todos los sacerdotes estaban celebrando con sus respectivas comunidades la solemnidad de la Ascensión, que daba un hermoso marco espiritual a la partida de nuestro querido P. Rafael.
La Palabra que Jesús les dirige a sus discípulos, temerosos ante las palabras de despedida de Jesús, nos levanta el ánimo y llena de esperanza: “Tengan valor, yo he vencido al mundo”. Cuando nos sorprende la muerte de un ser querido, además del impacto emocional que produce en nosotros, provoca una inquietud muy honda que nos atraviesa por entero y se instala en la raíz misma de nuestra existencia. El ser humano reacciona contra la muerte, porque no fue creado para morir. Sin embargo la muerte sobreviene inexorablemente y desinstala aún al hombre más seguro. Jesús resuelve esa contradicción desde adentro: muriendo, venció la muerte. Por eso tiene el poder de levantar y devolver la esperanza: “Tengan valor, yo he vencido al mundo”.
Francisco de Asís rebautiza a la muerte y la llama hermana: ‘hermana muerte’: “Alabado seas, mi Señor, por nuestra hermana la muerte corporal”. La coloca dentro del Cántico a las Creaturas, en un contexto de alegría y alabanza a Dios Padre y Creador. El P. Rafael, en sus últimos años y progresivamente debilitado en su cuerpo, no perdía la alegría. Sabía que se acercaba el fin de su vida terrena, sin embargo su rostro reflejaba serenidad y en sus labios siempre se dibujaba una sonrisa. Había resuelto el enigma de su vida confiándosela en las manos del Señor, a quien predicó incansablemente y administró en los sacramentos a innumerables fieles a lo largo de su generosa vida apostólica.
Aun cuando la despedida de un hermano duele y nos entristece, no deja de alentarnos cuando nos encontramos con un testimonio de vida y de ministerio sacerdotal vividos con entrega y perseverancia hasta el final de sus días. En una de las visitas recientes, El P. Rafael empezó a recordar a sus formadores y compañeros de Seminario y luego a algunos sacerdotes con los que había compartido la tarea sacerdotal: me conmovieron las palabras de reconocimiento y gratitud que tenía para cada uno de ellos. La gratitud revela un corazón pacificado y confirma el poder de la palabra de Jesús: “Les digo esto para que encuentren la paz en mí”.
El fallecimiento de un hermano sacerdote nos coloca ante el límite último de nuestra vida y eso nos hace pensar. Desde allí toman una proporción distinta las dificultades que nos toca atravesar en nuestro ministerio, por otra parte, anticipadas por el mismo Jesús: “En el mundo tendrán que sufrir; pero tengan valor: yo he vencido al mundo”. Y Él mismo nos revela cuál fue su secreto para mantenerse fuerte ante los sufrimientos y problemas: “… no estoy solo, porque el Padre está conmigo”. Renovemos ante Jesús nuestra consagración sacerdotal y entreguémonos con Él en las manos amorosas y fieles de Dios Padre.
Ahora les propongo que recordemos los datos principales de la biografía del P. Rafael Ledesma. El P. Rafael nació el viernes 18 de diciembre de 1931 en Corrientes. En su niñez, siendo feligrés de la parroquia La Santísima Cruz de los Milagros, ingresó al Seminario Menor de la ciudad de Corrientes. Completó sus estudios para el sacerdocio en el Seminario San José de La Plata. Y fue ordenado sacerdote el domingo 1 de diciembre de 1957. El primer servicio sacerdotal lo ejerció en Nuestra Señora del Rosario de Monte Caseros. Y, al dividirse la Diócesis de Corrientes en 1961, se incardinó en la nueva Diócesis de Goya, ejerciendo diversos ministerios.
En 1987 se estableció en la ciudad de Corrientes. A partir de ese año 1987 es nombrado Administrador parroquial de Cristo Obrero; al año siguiente, en 1988, es nombrado Capellán de Policía Federal en Corrientes; en 1991, cuando los sacerdotes Verbitas se retiran de la Arquidiócesis, el P. Rafael es nombrado Rector del Seminario Menor en la ciudad de Corrientes; a principio del año 1993 es incardinado definitivamente a nuestra Arquidiócesis de Corrientes; en febrero de 1996 es nombrado cura párroco de Nuestra Señora del Carmen de Bella Vista; en mayo de 2002 se trasladó nuevamente y por última vez a la ciudad de Corrientes asumiendo como Rector de la Iglesia Santa Rita de Casia, perteneciente a la parroquia de la Iglesia Catedral, siendo este el último oficio que ejerció ya que a mediados de 2006 se retira por problemas de salud.
Otros oficios que ejerció el Padre Rafael fue el acompañamiento de los Peregrinos de la Virgen del Rosario, desde la muerte de Monseñor Isidro Blando Vega ocurrida en octubre de 1989, hasta finales de 2006; fue capellán de las Hermanas Dominicas y del Hogar de Ancianos en la ciudad de Corrientes; y fue miembro del Consejo Presbiteral y del Colegio de Consultores.
Después de retirarse estuvo al cuidado de sus familiares hasta mediados de 2008, siendo trasladado Hogar Jesús María, que se encuentra frente al Aeropuerto Pirayine Niveyro. A la edad de 83 años y cinco meses el Padre Rafael Ledesma falleció al mediodía del domingo 17 de mayo, día de la fiesta de la Ascensión, de este año del Señor de 2015.
Encomendamos a este hermano nuestro sacerdote, configurado a través de la muerte con Cristo que por nosotros murió en la cruz, a la infinita misericordia de Dios Padre, para que quien en vida celebró el Misterio pascual y lo administró sacramentalmente a los fieles, goce ahora en el cielo de la plenitud de la victoria de Cristo resucitado. Y a nosotros, peregrinos aún en este mundo, acompañados de María, Madre de los Sacerdotes, nos alienten las palabras de su Hijo: “Tengan valor, yo he vencido al mundo”. Así sea.

Mons. Andrés Stanovnik OFMCap.
Arzobispo de Corrientes


NOTA:
A la derecha de la página, en "Otros archivos", el texto como HOMILIA EXEQUIAS PADRE LEDESMA, en formato de word.


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