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Coherencia


Corrientes, 11 de junio de 2018

A los legisladores correntinos

Los legisladores correntinos, que tendrán la trascendente responsabilidad de votar a favor o en contra de la despenalización del aborto tienen, además y, en primer lugar, una consecutiva deuda de ser coherentes consigo mismos; en segundo lugar, se deben a la sociedad que los ha escuchado en la campaña y confiado en ellos –de acuerdo con la orientación política y con las opciones sobre la jerarquización de valores respecto de la vida que posee cada uno de ellos–; y ante Dios, en el caso de ser creyentes. Por todo ello, esperamos que nuestros legisladores actúen con coherencia.

Ser coherente constituye la base indispensable para que una persona confíe en la otra; y para que los ciudadanos podamos confiar en aquellos que elegimos para que nos representen. Ser incoherentes es una de las situaciones más penosas en las que puede caer un individuo. Realidad penosa, porque el incoherente se descalifica a sí mismo, ya que él mismo desintegra las bases que le permitirían ser una persona confiable. Alguien incoherente es aquel que aún no ha logrado cohesionar, integrar y armonizar su personalidad.

La coherencia tiene un precio alto, sobre todo cuando es necesario mantenerla frente a situaciones que exigen valentía, lucidez y una sustancial cuota de riesgo. La ausencia de esta virtud, manifiesta inmadurez en el individuo, la que se refleja en una personalidad vacilante, a la que hay que ayudar, pero de la que aún no se puede fiar. La coherencia va de la mano con la fidelidad, la transparencia y la verdad. La persona coherente accede a un orden interior que le proporciona paz, y la abre al diálogo sereno y respetuoso con todos.

A nuestros legisladores les pedimos que sean coherentes con lo que piensan, lo que dicen y lo que hacen; que escuchen la voz de su conciencia y voten en consecuencia, no dejándose presionar por nadie, y pensando en el mayor bien de todos.

Andrés Stanovnik


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