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BUENOS AIRES, 4 DE AGOSTO DE 2019

Saludo para la 34º Peregrinación de los Trabajadores

Queridos peregrinos y peregrinas trabajadores:
 

Me alegra poder saludarlos en la 34ª Peregrinación de los Trabajadores, pero mucho más me alegraría si pudiera caminar con ustedes. Sin embargo, no pierdo la esperanza, siempre que Dios lo quiera así, de peregrinar en la próxima ocasión y ahora ofrecer por todos los trabajadores y trabajadoras mi deseo de acompañarlos en ese fervoroso testimonio de fe que realizarán esta mañana.

Lo que hace la diferencia esencial de este camino de los trabajadores es su condición de peregrinos. Vamos hacia el Santuario de San Cayetano como trabajadores creyentes en Dios y eso es lo que nos convierte en peregrinos. Peregrino es el que sabe hacia dónde va y por eso ordena toda su vida hacia esa meta; no se entretiene en el camino, tiene prisa por llegar porque sabe que al final del camino lo espera la bendición de Dios.

Así, la peregrinación de los trabajadores nos ayuda a darle el verdadero sentido al trabajo, es decir, la justa dirección: el trabajo nos tiene que conducir al encuentro con Dios y con los hermanos. Si no se cuida esa meta, se malogra no solo el fruto del trabajo, sino que también se corrompe el corazón del trabajador. Jesús nos enseña el verdadero valor del trabajo porque ejerció el noble oficio de su padre José y, además, nos reveló que Dios, su Padre, trabaja como también trabaja Él (cf. Jn 5,17).

Por eso es tan importante y necesario el trabajo para poder vivir una vida digna. Y, por el contrario, es humillante para la persona no trabajar. El trabajo es una verdadera gracia porque nos une estrechamente a Dios, quien nos llamó a colaborar con Él en la obra de la creación. ¡Qué importante es, entonces, el esfuerzo por crear condiciones dignas para el que trabaja! ¡Y qué desalmado e inhumano es abusar de la desprotección del que trabaja! El bautismo que nos hizo cristianos y peregrinos hacia Dios, nos compromete a unir esfuerzos con todos los hombres y mujeres de buena voluntad para que haya trabajo y para que ese trabajo tenga las condiciones dignas que corresponden.

Por último, el peregrino nunca camina aislado de los demás; puede ir solo, pero en su corazón se siente unido a todos los demás peregrinos que se dirigen hacia el mismo encuentro que él. Jesús, el Peregrino del Padre Dios, camina con nosotros y se une íntimamente a cada uno, para asegurarnos que hemos tomado el buen camino, ese que conduce al encuentro con Dios y con los hermanos. Que “Junto a la Cruz y la Virgen, con San Cayetano, bautizados y enviados” peregrinemos en esta mañana dando testimonio alegre y valiente de nuestra fe, y que San Cayetano nos alcance la gracia que le pedimos, oriente nuestros pasos hacia Dios y hacia los hermanos con quienes peregrinamos diariamente.

Un gracias enorme por sus oraciones por mi salud. Rezo por todos ustedes, los abrazo y bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y hasta pronto, si Dios quiere.

†Andrés Stanovnik OFMCap.
Arzobispo de Corrientes


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