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BUENOS AIRES, 30 DE AGOSTO DE 2019

MENSAJE DE MONSEÑOR ANDRES A LA COMUNIDAD DE LA CAPILLA DE SANTA ROSA DE LIMA

Querido P. Julio Vallejos, párroco; P. Enrique Alfonzo
y Comunidad de la Capilla de Santa Rosa de Lima:
 

Me alegra saludarlos a todos en la fiesta de Santa Rosa, Patrona de esa querida comunidad de Santa Rosa Pueblo, en particular al P. José Billordo, vicario general, al P. Julio, párroco, a las hermanas Servidoras de la Palabra, a las catequistas y a todos los que colaboran más estrechamente en la animación de la vida cristiana en la comunidad. Aprovecho para agradecerles de corazón sus oraciones por mi salud y les aseguro las mías, esperando verlos pronto.

No cabe duda de que la Santa así como los protege, también los congrega y los hace sentir pueblo, los vincula entre ustedes y los motiva a ser misioneros, para que muchos experimenten que es saludable y provechoso acercarse y participar de la vida que tiene esa capilla. Sin embargo, como sucede con todos los santos y santas que la Iglesia nos propone, ellos no poseen por sí mismos ninguna fortaleza, si no es aquella que reciben de su íntima amistad con Jesucristo. Por eso es muy importante que la devoción que le tenemos a los santos, nos lleve con ellos hacia un encuentro más personal con Jesucristo. Para que eso suceda, es necesario conocer cómo lo hicieron ellos y, con el ejemplo de sus vidas, animarnos también nosotros a ser santos. Porque esa es la vocación a la que fuimos llamados todos los bautizados.

Me pareció muy oportuno el lema que escogieron para la novena y fiesta patronal: “Con Santa Rosa, bautizados y enviados”. En compañía de ella, inspirados por el ejemplo de su vida y contando con su intercesión, nos reconocemos bautizados y enviados. Entre las muchas virtudes de nuestra Santa, me gustaría destacar su profunda experiencia de mujer enamorada de Jesucristo crucificado, amor que tiene su fuente en las aguas del bautismo. Todo lo veía y vivía a través de los ojos y el corazón de este esposo del que se sintió atraída desde muy joven.

Sin embargo, esa profunda experiencia de intimidad con Jesús, a la que consagraba muchas horas, no la encerró en un mundo ilusorio y alejado de la realidad, sino todo lo contrario. Rosa, la enamoradísima de Jesús y amante de la Iglesia, se descubrió enviada a expresar ese amor mediante una extraordinaria caridad hacia los pobres y desdichados, a quienes se dedicaba con una generosidad sin límites movida, precisamente, por ese mismo amor por el que se sentía amada por Jesús. Sus biógrafos la describen como una mujer comprensiva; siempre dispuesta a disculpar los errores de los demás y a perdonar las injurias; empeñada en hacer retornar al buen camino a los pecadores; pronta a socorrer a los enfermos; y misericordiosa y compasiva con todos.

¡Qué bien nos hace recordar todo esto! ¡Y cuánta necesidad tenemos de imitar en nuestra vida diaria a esta gran Santa que la Providencia nos puso en nuestro camino! Ella, con el testimonio de su vida nos habla a todos: a los niños y a los jóvenes; a los matrimonios y a las familias; a los pobres y a los ricos; a los trabajadores y a los empresarios; a los que ejercen la función pública y a los diversos responsables de las instituciones que trabajan para el bien común; y a todos los que tenemos responsabilidades en la Iglesia, para que, bautizados, nos sintamos enviados a vivir como cristianos en las circunstancias cotidianas de nuestra vida.

Que Santa Rosa de Lima los proteja de todos los peligros y los lleve por el camino que conduce a un mayor encuentro con Dios y con los hermanos. Me encomiendo a sus oraciones y comprometo las mías por todos ustedes. Hasta pronto, si Dios quiere, con un abrazo y mi bendición.

†Andrés Stanovnik OFMCap
Arzobispo de Corrientes


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