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MONS. ANDRES STANOVNIK

Homilía en la festividad de María Auxiliadora

Bella Vista, 24 de mayo de 2021

Nombrar hoy a María como Auxiliadora produce emociones fuertes por la pandemia, que nos tiene preocupados por la celeridad con la que se expande el virus del Covid 19 y por las graves consecuencias que produce en muchos contagiados, llegando con frecuencia también hasta provocar la muerte. A ella acudimos confiados para que nos proteja de este mal y de todos los males que amenazan nuestra existencia. Sabemos que, si nos confiamos a ella, nada malo nos puede pasar. Pero vayamos a la Palabra de Dios, como lo hizo la Virgen, y así como ella no dudó de la promesa de Dios, aun cuando tuvo que pasar por períodos muy difíciles, también nosotros renovemos hoy nuestra fe en Dios que jamás deja sin su auxilio a quienes ponen su esperanza en Él.

En la primera lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (1,12-14) escuchamos lo que sucedió después de la ascensión de Jesús al cielo. Los Apóstoles subieron a la sala donde solían reunirse y a continuación se nombraba a los que estaban allí, agregando que también los acompañaba María, la madre de Jesús. Recordemos que en la memoria de todos ellos era reciente el camino de la cruz a la que fue condenado el Hijo de María. Después de su muerte, los amigos de Jesús se quedaron solos y llenos de miedo por las posibles represalias que se tomarían en contra de ellos. Sin embargo, el miedo nos los dispersó, sino que, “íntimamente unidos, se dedicaban a la oración”, como lo acabamos de escuchar, y la madre de Jesús estaba con ellos. El amor vence el miedo y todas sus secuelas de muerte.

Dichosos ellos y dichosos nosotros que tenemos la presencia de la Madre de Dios en medio nuestro, sobre todo en estos días de angustia y de preocupación por el futuro que nos tienen mal. Necesitamos “salir juntos y mejores” de esta crisis, como nos señaló el papa Francisco, procurando superar divisiones y resentimientos. Aprendamos de la Virgen y de los Apóstoles a mantenernos unidos y orantes, porque la fortaleza para superar las pruebas de la vida nos viene de Jesús, muerto y resucitado. Él es el fundamento de la unidad, el suelo firme sobre el que podemos sentirnos seguros y construir nuestros vínculos de fraternidad y de paz. Esta transformación comienza en el corazón del hombre, continúa en la familia y se extiende a la convivencia social. Donde el corazón de un individuo está enfermo de egoísmo, sufre la familia y luego todos aquellos que se vinculan con él. Para salir de esa triste condición humana, es necesario suplicar la gracia de la conversión, gracia que Dios no le niega a nadie que la pida con un corazón sincero y actitud perseverante.  

En el Evangelio de hoy escuchamos el relato de las Bodas de Caná. También en esta ocasión la madre de Jesús y sus discípulos estaban allí. Ella se dio cuenta que había una necesidad y se dirigió a Jesús y Él no tardó en responder a su petición para resolver la aflicción de los invitados por la falta de vino. Y el milagro dio un sabor nuevo a la fiesta. La presencia de Jesús llena de alegría y de sentido la vida del ser humano, de la familia y de toda la comunidad humana. Y, por otra parte, nos asegura que Él es la fuente inagotable de donde brota la vida verdadera, de la cual su madre es la intercesora más fiel y eficaz, el auxilio más seguro cuando nos sentimos inseguros y necesitados, tal como sucede en el tiempo que nos toca vivir por causa de la enfermedad que parece no tener fin.

La novena y fiesta patronal que estamos concluyendo es una ocasión providencial para renovar nuestra fe, esperanza y caridad. La fe que tuvo la Virgen en Jesús, nos enseña que confiar en él jamás decepciona, al contrario, acercarse a Jesús nos quita el miedo y nos capacita para soportar los ataques del mal y no caer en sus redes. El maligno tienta con la soberbia, mostrándola al hombre como el camino para que se sienta fuerte sin necesidad de nadie, y así el demonio logra su objetivo que es confundir, dividir y enfrentar. En cambio, Jesús, con el milagro de las Bodas de Caná nos está dando un mensaje de alegría, de encuentro y de fiesta. Él es el buen vino que Dios nos regala, la presencia que une, que devuelve la esperanza y afianza el amor entre las personas.

Por eso, en esta pandemia que nos aísla y nos tiene alterados, acudamos confiados al encuentro con Jesús, como lo hizo la Virgen. Si a ella la invocamos como auxilio de los cristianos, auxiliadora por excelencia, es porque supo confiar en Dios, puso en él toda su esperanza, y por eso también puede hacer de puente confiable para socorrernos en nuestras necesidades. Ella, como buena madre, auxilia a sus hijos para que se mantengan unidos y se cuiden unos a otros, porque ese es el mejor camino para superar las crisis. De nada sirve el sálvese quien pueda, ese no es el camino cristiano. Por eso, sintámonos agradecidos por estar aquí y tener el don de la fe y, al mismo tiempo, supliquemos ese don para nuestros familiares, amigos y conocidos.

Con María, bajo la hermosa advocación de auxiliadora, y de San José, su esposo, al concluir nuestra novena y fiesta patronal, damos gracias a Dios porque nos hizo sentir su corazón de padre y ternura de madre, que nos devuelven la fortaleza para ser mejores, sobre todo en lo que hace al cuidado y buen trato hacia aquellos con quienes convivimos diariamente: esposo, esposa, hijos, abuelos, parientes y vecinos; en las responsabilidades que nos caben por el trabajo que realizamos o la función que desempeñamos; y en nuestros gestos de cercanía y generosidad hacia aquellos que pasan necesidades. Ponemos en el corazón de Dios nuestro Padre y en las tiernas manos de nuestra Madre, a nuestros enfermos, a sus familiares y los que se dedican a atenderlos y curarlos, y a todos los que de una u otra forma sirven a la comunidad para aliviar, acompañar y sostener la esperanza. María, auxilio de los cristianos, ruega por nosotros. Amén.

†Andrés Stanovnik OFMCap

Arzobispo de Corrientes

 

NOTA: A la derecha de la página, en Archivos, el texto como 21-05-24 Homilía María Auxiliadora - Bella Vista, en formato de Word


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