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MONSEÑOR STANOVNIK

Homilía en la Misa de la Jornada Mundial del Enfermo

Corrientes, Hospital José Ramón Vidal, 11 de febrero de 2022

«Sean misericordiosos, así como el Padre de ustedes es misericordioso» (Lc 6,36). Estar al lado de los que sufren en un camino de caridad, es el lema para esta 30º Jornada Mundial del Enfermo, que se celebra todos los años en la fiesta de Nuestra Señora de Lourdes. Junto con los médicos, enfermeras y enfermeros, personal encargado de asistir y cuidar a los enfermos y los numerosos voluntarios que donan su tiempo a quienes sufren, nos hemos reunido hoy en el hospital José Ramón Vidal, para rezar por nuestros hermanos y hermanas enfermos, y manifestar nuestra cercanía a sus familiares y amigos.

 

La inteligencia y el sentido común nos dicen que es necesario hacer todo lo posible para ayudar a que el enfermo se cure y así restablezca los vínculos con su familia y con la comunidad. De allí el enorme esfuerzo que hace la ciencia para encontrar el remedio adecuado a las diversas alteraciones de la salud. Por eso, “bendigamos al Señor por los progresos que la ciencia médica ha realizado, sobre todo en estos últimos tiempos (…) Todo esto, sin embargo, no debe hacernos olvidar la singularidad de cada persona enferma, con su dignidad y sus fragilidades. El enfermo es siempre más importante que su enfermedad y por eso cada enfoque terapéutico no puede prescindir de escuchar al paciente, de su historia, de sus angustias y de sus miedos. Incluso cuando no es posible curar, siempre es posible cuidar, siempre es posible consolar, siempre es posible hacer sentir una cercanía que muestra interés por la persona antes que por su patología”, reflexionó el Santo Padre en su Mensaje para esta jornada.

 

Es verdad, el enfermo es siempre más importante que su enfermedad. Él es el protagonista en la situación limitada en la que se encuentra y no solo el depositario de las prácticas de curación y el objeto de nuestras oraciones, por más importantes que sean unas y otras. El enfermo tiene una misión y es necesario ayudarle a que la descubra. Su condición, debilitada por el mal que lo aqueja, tiene la oportunidad de convertirse en mensaje de curación para muchos, aun para sus familiares y para los agentes sanitarios. Si el enfermo descubre que también su enfermedad tiene un sentido, que él, en su realidad tan vulnerable puede ser un signo de vida para otros, esa persona, en su postración, irradia vida, paz y alegría. Su realidad, aun tan disminuida por la enfermedad, puede transformarse en un canto a la vida. Tocado por la misericordia de Dios, el enfermo se hace mensajero de la fuerza y la ternura de Dios.

 

Lo que acabamos de decir ¿es una ilusión? Lo es ciertamente para aquel que entiende la felicidad como estar sano, tener plata y disfrutar de la vida. Sin embargo, la realidad nos muestra que ni la sola salud, ni la sola prosperidad económica responden a los anhelos de vida y de felicidad que hay en el corazón humano. El texto de las Bodas de Caná (Jn 2,1-11) nos brinda una clave importante para comprender, por una parte, qué pronto se desmorona el bienestar de una fiesta por la falta de vino y, simbólicamente, qué frágil es la existencia humana, por ejemplo, ante un virus o una bacteria que de pronto desestabiliza todas las seguridades y nos llena de miedos y de interrogantes. Y, por otra parte, qué serenidad transmite la presencia de María, la Madre de Jesús, al señalar a su Hijo como la respuesta al desasosiego que se vivía en la boda, pero más profundamente, como señal de que en Él se encuentran las respuestas a todos los interrogantes de la existencia, basta que “Hagan todo lo que él les diga”. El secreto es orientar la vida hacia Él, estrecharse a la propuesta de su amistad, no tener miedo a sumar la propia limitación, enfermedad y aun el pecado a su cruz y permanecer allí.

 

Tanto la enfermedad padecida por el paciente, como el servicio realizado por el agente sanitario, vividos y realizados por amor, se convierten en misión para ambos. El enfermo y el profesional trascienden los límites de su condición para convertirse en un extraordinario mensaje de vida. Porque lo que importa es la persona por sobre todo lo demás. Con las palabras del Mensaje del Papa quisiera recordar a los numerosos enfermos que, durante este tiempo de pandemia, han vivido en la soledad de una unidad de cuidados intensivos la última etapa de su existencia atendidos, sin lugar a dudas, por agentes sanitarios generosos, que fueron testigos del amor de Dios, derramando sobre las heridas de los enfermos el aceite de la consolación y el vino de la esperanza, siguiendo el ejemplo de Jesús, reflejo de la misericordia del Padre. 

 

Permítanme que concluya esta reflexión con una cita de Terencio, un esclavo africano que vivió hace más de dos mil años, que tomó su nombre de un senador romano, por su gran inteligencia y sabiduría. Entre sus escritos se conserva esta sentencia: “¡Santos dioses! ¿Qué enfermedad es esta? ¡Que el amor transforme tanto a las personas que ya no puedas reconocer que son las mismas!” Notemos, queridos hermanos, que aun con la luz natural de la razón, se llega a comprender que es la fuerza del amor la que transforma a las personas, transformar significa aquí que las hace personas. La luz de la fe no hace más iluminar con la gracia aquella sabiduría que Dios puso en el hombre al crearlo.

 

María, presente en las Bodas de Caná, les dijo a los servidores que estén atentos y “hagan todo lo que Él les diga”. Se refería a Jesús y ellos llenaron las vasijas hasta el borde. Cuando nos colocamos en el camino de Jesús y respondemos a su invitación, la vida se transforma y adquiere un nuevo sabor. Él nos libera de la tristeza, del miedo y de la incertidumbre. Supliquemos hoy la gracia de ahondar el encuentro con Jesús para nuestros enfermos, para sus familiares y para todos aquellos que los curan y cuidan. Y a todos, que nos conceda la sabiduría para aprender a “caminar juntos”. ¡Nuestra Señora de Lourdes! Ruega por nosotros y por nuestros enfermos.

†Andrés Stanovnik OFMCap

Arzobispo de Corrientes

 

 

NOTA: A la derecha de la página, en Archivos, el texto como 22-02-11 Homilía Jornada del Enferm-hosp.Vidal en formato de Word.


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