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Santuario de Nuestra Señora de Itatí
Queridos hermanos y hermanas, educadores, estudiantes, autoridades, consagrados y peregrinos: en este santuario bendito de Nuestra Señora de Itatí, madre del amor y del encuentro, celebramos con gozo este Jubileo de los Organismos de Educación Católica de la región pastoral del NEA. Venimos como pueblo del Nordeste argentino, trayendo nuestras historias, vivencias, momentos, vidas, tareas, vocaciones, memorias, transcurridas en las aulas y patios, nuestros desafíos y esperanzas. Venimos a dar gracias, y también a renovar nuestra misión educativa bajo la mirada de la Virgen.
1. “Cuántas veces quise reunir a tus hijos…”
El Evangelio que acabamos de escuchar nos muestra a Jesús con el corazón dolido: «¡Jerusalén, Jerusalén!... cuántas veces quise reunir a tus hijos como la gallina a sus polluelos bajo las alas, y no quisiste» (Lc 13,34).
Detrás de estas palabras hay una profunda ternura y un hondo anhelo: el deseo de Dios de reunir, de proteger, de educar en el amor. Jesús se presenta aquí como el verdadero Maestro, el Educador por excelencia, que busca congregar lo disperso, sanar lo herido, y conducir a cada uno hacia la plenitud del Reino.
Esta imagen de la madre que protege a sus hijos es también la imagen de la Virgen de Itatí, que cubre con su manto a este pueblo creyente. Ella nos enseña que educar no es solo transmitir conocimientos, sino acoger, cuidar y acompañar procesos de crecimiento humano y espiritual.
2. La misión educativa: vocación de comunión
En este tiempo de Jubileo, somos invitados a redescubrir la educación como un acto de esperanza y de comunión. El Papa Francisco nos ha recordado en su «Pacto Educativo Global» que educar es «una tarea que exige generar una red de relaciones humanas y solidarias» (Mensaje para el lanzamiento, 2019).
Educar no puede reducirse a preparar para el éxito individual; es formar para la vida en comunidad, para el compromiso con la justicia, para la construcción de una cultura del encuentro. Desde las escuelas católicas, desde las universidades, desde cada aula y taller, somos sembradores de humanidad. En tiempos donde muchas veces se impone la cultura del descarte y la indiferencia, la educación cristiana está llamada a despertar la conciencia de la dignidad de cada persona, a enseñar a mirar con misericordia, a valorar la verdad y la bondad.
El Papa Francisco nos recuerda que «la educación es un acto de esperanza que invita a la cooperación y la solidaridad universal» (Mensaje del Pacto Educativo Global, 2020). Educar es construir puentes. Es hacer posible el encuentro entre generaciones, culturas y saberes. Es despertar la conciencia de que «nadie se salva solo».
Por eso, hablar de la educación como vocación de comunión significa reconocer que el docente, el directivo, el estudiante, la familia y la comunidad educativa forman un cuerpo: un nosotros que busca el bien común. Cada escuela, cada aula, es una pequeña comunidad de Iglesia que evangeliza a través del testimonio de la convivencia, del respeto, del diálogo, de la cooperación cotidiana.
3. Itatí, escuela de fe y ternura
Venir a Itatí es entrar a una escuela distinta: la escuela del corazón. Aquí la Virgen nos enseña con gestos, con silencio, con su presencia serena. Ella es maestra de escucha y de servicio, la primera discípula de su Hijo.
Podríamos decir que en su regazo se educa todo el NEA: los que enseñan y los que aprenden, los que administran y los que acompañan. María nos recuerda que todo proceso educativo es también un acto de fe: creer en el potencial del otro, confiar en que la semilla que hoy sembramos dará fruto a su tiempo.
Pero además, la educación cristiana es un acto de ternura. En tiempos donde a menudo se valora más el rendimiento que la persona, la compasión se vuelve revolucionaria. Es el modo de Dios de acercarse: suave, paciente, cercano. María de Itatí, que con su manto protege y consuela, nos enseña ese estilo: mirar sin juzgar, comprender sin agredir, acompañar sin desanimar. Educar de este modo es creer en el otro aun cuando no responde como esperábamos. Es mirar con esperanza, incluso lo que parece pequeño o quebrado.
El Papa Francisco ha dicho que «la ternura es el lenguaje de los más fuertes, de los que no tienen miedo de acercarse al otro» (Homilía de Nochebuena, 2014). Así debe ser también el educador: fuerte en la esperanza, tierno en el trato, paciente en la siembra.
Este Santuario, tan querido por nosotros, es una gran escuela. Aquí aprendemos que la fe se hace pueblo. Aquí se enseña con gestos: el saludo sencillo, la ofrenda, la promesa, la peregrinación. Itatí nos educa en la comunión, porque bajo el manto de María no hay diferencias, sino hijos. Nos educa en la ternura, porque aquí uno se siente mirado con amor.
Que en este Jubileo podamos renovar nuestra vocación educativa como un verdadero ministerio eclesial. Que cada educador descubra en su tarea una misión al servicio del Evangelio de la vida y de la fraternidad.
4. Una mirada pastoral y esperanzada
Queridos educadores: no se desanimen. Jesús también enfrentó la incomprensión, la indiferencia y la resistencia. Pero no dejó de anunciar la verdad ni de amar. En medio de las dificultades económicas, sociales o institucionales, mantengan encendida la llama de la vocación educativa. Educar es creer que otro mundo es posible, y hacerlo realidad desde el aula, desde la palabra amable, desde el ejemplo cotidiano.
Pidamos a la Virgen de Itatí que bendiga a todas las instituciones educativas del NEA: públicas y privadas, confesionales y estatales, rurales y urbanas. Que nos conceda la gracia de una educación integradora, que abrace lo humano y lo divino, que enseñe a pensar, a sentir y a amar. En este Jubileo, demos gracias por tantos hombres y mujeres que, con paciencia y entrega, han hecho de la educación un verdadero servicio al Reino de Dios. Que al volver a nuestros lugares de ofrenda y don de sí cotidianos, llevemos este compromiso renovado: educar con el corazón de Cristo y con la ternura de María".
NOTA: A la derecha de la página, en Archivos, el texto como Homilia Jubileo de la Educación del NEA en formato de WRD.