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BUENOS AIRES, 22 DE NOVIEMBRE DE 2019

Saludo a la comunidad de Santa Cecilia con motivo de su festividad patronal

           Me alegra mucho poder saludarlos en el día en que celebran la fiesta de Santa Cecilia, aunque por ahora tenga que hacerlo a la distancia. En los próximos días, Dios mediante, estaré de regreso para bendecirlos y darles un abrazo. Mientras tanto, mi cordial saludo va dirigido, en primer lugar, al P. Roberto Riquelme, párroco, al diácono Florentino Giménez, junto con sus más cercanos colaboradores, y luego a toda la comunidad que se ha congregado para celebrar a su Santa Patrona, sin olvidar a los que para estos días regresan a su lugar natal para nutrir sus raíces y renovar su fe y su compromiso bautismal.

 

          Cecilia fue, ante todo, una bautizada que vivió en el siglo III, una época de feroz persecución a los cristianos. Como a tantos otros, también a ella le tocó dar testimonio de su fe cristiana sufriendo el martirio, junto con su esposo y su cuñado. Mártir significa testigo. ¿Testigo de qué o de quién? Testigo del Amor de Dios que se nos manifestó en Cristo Jesús, de quien el apóstol Juan dijo: “En esto hemos conocido el amor: en que él entregó su vida por nosotros. Por eso, también nosotros debemos dar la vida por nuestros hermanos” (1Jn 3,16). Cecilia fue una bautizada enviada a dar un valiente testimonio del amor de Dios, que es más poderoso que la muerte y el mal.

 

        Hoy somos nosotros los que fuimos llamados a dar ese testimonio. Por eso, la Iglesia nos regaló un año para profundizar sobre nuestro Bautismo y las consecuencias que, el hecho de ser bautizados, tiene en nuestra vida cotidiana. Fue muy acertado el lema que eligieron para esta novena y fiesta patronal: “Bautizados y enviados. Urgidos por tu envío”. ¿Quién es ese que nos urge al envío? No cabe ninguna duda: es el mismo que le dio el envío a Santa Cecilia, Jesucristo, el que nos mostró hasta qué extremo nos ama Dios. Estamos urgidos, lo que significa que no hay tiempo para perder, el testimonio que estoy llamado a dar es hoy.

 

       Entonces, no caben dilaciones ni justificaciones para diluir nuestro compromiso de ser testigos audaces del amor cristiano, que se distingue porque no busca su propio provecho, sino que se pone generosamente al servicio de los otros. Salgamos de la celebración patronal renovados por dentro y dispuestos a ser pacientes y serviciales con nuestros familiares, y a no irritarse y ser quejosos por cualquier pequeño contratiempo; renunciar definitivamente a hablar mal de los otros y participar en conversaciones en las que se ofende la fama de otra persona; ser responsables, honestos y buenos compañeros en el trabajo; estar prontos a colaborar en las tareas comunitarias; ser atentos y sensibles a los hermanos y hermanas que están pasando necesidad; y darnos el tiempo diario para la oración, la lectura de la Palabra de Dios, y para la participación frecuente del sacramento de la confesión y la eucaristía dominical.

 

 

 

 

          Que nuestra Santa Patrona nos alcance la gracia de ser bautizados conscientes de la gracia que hemos recibido y resueltos a responder con urgencia al envío.

 

          Mientras les agradezco de corazón sus oraciones pidiendo por mi salud, y asegurándoles las mías, los abrazo y les digo hasta pronto, si Dios quiere. Y que la bendición del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo descienda y permanezca siempre con todos ustedes.

 

†Andrés Stanovnik OFMCap

Arzobispo de Corrientes