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XLI PEREGRINACIÓN JUVENIL A ITATÍ

Manifiesto de los jóvenes del NEA

"Cristo vive y, con María, lo anunciamos"

"Una vez más, los jóvenes de la Región NEA nos encontramos en torno a la tiernísima presencia de María en Itatí. Presencia maternal que es aguijón y caricia a la vez, presencia que nos impulsa y nos contiene, nos envía a la misión y nos sostiene en ella, presencia cercana y amorosa imprescindible en estos tiempos de tantas distancias.

 

Mientras iba avanzando la certeza de que este año la Peregrinación no iba a poder ser realizada de la manera tradicional, nuestro corazón se llenaba de preguntas y angustias. La pandemia hizo que todos nos encontráramos asustados y perdidos, frágiles y desorientados. La tempestad desenmascaró nuestra vulnerabilidad y dejó al descubierto las seguridades falsas y superficiales con las que solemos construir nuestras agendas, nuestros proyectos y prioridades. Todo parecía oscurecerse, pero, en la noche, el corazón creyente espera el brillo de la aurora.

Y así, Madre, heridos de ansiedad, buscando compasión, venimos nuevamente a tu altar en peregrinación. Llegamos, y en tu paz descansa nuestro corazón. Te hablamos y, al rezar, nuestra voz se hace canción. Necesitamos saber que estás, curando el alma de nuestro pueblo, sanando el corazón de los jóvenes.

 

Nuevamente te necesitamos, Madre querida, ya que no solo nuevas dificultades han aparecido en nuestra vida, sino que se han profundizado aquellas que ya veníamos viviendo hace largo tiempo. Muchos de nuestros hermanos jóvenes padecen la marginación y la exclusión social. Pobreza, desocupación, sinsentido, adicciones, suicidio, violencia… son solamente algunos de los rostros sufrientes de cada vez más pibes de nuestra Región.

No queremos ser una Iglesia que no llora frente a estos dramas de sus hijos jóvenes. Hermanos, nunca, jamás, nos acostumbremos a estas situaciones de dolor. Quien no sabe llorar no es madre, por eso, nosotros queremos llorar para que la sociedad también sea más madre, como María, para que en vez de matar aprenda a parir.

Lloramos cuando recordamos a nuestros hermanos jóvenes que ya han muerto por la miseria, la violencia, la enfermedad o la tristeza del sinsentido. Ese dolor no se va, camina con nosotros, porque la realidad no se puede esconder. No queremos estar anestesiados con otras noticias, distracciones o banalidades.

Queremos ser una comunidad que haga resonar las Bienaventuranzas de Jesús en esos corazones sufrientes, con gestos y ayuda concretos, abrazando siempre a la vida como viene y dando la esperanza de la Vida abundante del Resucitado.

Esa es la buena noticia que se nos regaló en la mañana de la Resurrección: que de todas las situaciones oscuras o dolorosas hay salida. Jesús siempre sale a nuestro encuentro para transformar nuestro luto, nuestro dolor en alegría. Podemos sentirnos débiles, cansados, desilusionados; pero con Jesús nunca falta la esperanza. Jesús, lleno de vida, siempre puede hacer nuevas todas las cosas en nosotros. Esta es nuestra esperanza, la que no nos podrá ser robada, silenciada o contaminada.

 

 

Y esa fe que siempre espera en Jesús, se traduce en fe y esperanza en nuestra juventud. Estamos convencidos de que cada uno de nosotros, jóvenes, tiene en su interior un profundo deseo de Dios, hermosos sueños de fraternidad y valiosos talentos. Es por eso que tenemos que atrevernos a ser más, atrevernos a ser lo que Dios nos llama a ser, y así ser plenamente nosotros mismos. No privemos a los otros, al mundo y a la Iglesia de ese aporte que solo cada uno de nosotros puede hacerle, siendo únicos e irrepetibles. Solo de esta manera, podremos ser felices, podremos brillar y encender luces en los otros.

Dejándonos acompañar por Jesús y por tantos testigos suyos, queremos también nosotros hacernos compañeros de camino de tantos jóvenes que andan sin rumbo, queremos compartir con ellos alegrías y esperanzas, angustias y tristezas. Pero, sobre todo, volar alto juntos, con nuestros sueños. Unidos tenemos una fuerza invencible. Vamos a entusiasmarnos por una vida comunitaria comprometida, seamos capaces de grandes sueños y grandes sacrificios por nosotros, por los demás y por la comunidad.

Queridos jóvenes, hermanos, amigos, nuestra Madre mira y cuida a este pueblo peregrino del NEA, pueblo de jóvenes amado por ella, que la busca contantemente y la ama incondicionalmente. Con ella somos testigos de que Jesús está vivo, esa es nuestra mayor alegría, y eso es lo que queremos gritar hoy y siempre. Como hizo con su Hijo en aquella fiesta, hoy nos da ese necesario empujón que nos mueve a esta hermosa misión de llevar la esperanza y la alegría del Resucitado a cada rincón, a cada joven del NEA".

 

Somos pueblo joven que busca y va

tras la soñada tierra sin mal.