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Mensaje por el Día del Niño por nacer

La Pastoral Familiar de la Arquidiócesis de Corrientes invita a celebrar el Día del Niño por nacer, y se adhiere al compromiso personal y comunitario de hombres y mujeres de buena voluntad que defienden y cuidan la vida del niño por nacer y de toda vida.

En el niño por nacer está en juego el derecho inviolable y universal a la vida que posee todo ser humano y, sobre todo, a la vida de una persona que por sí misma no se puede defender. Hoy, ante la Ley que decreta la muerte de un inocente por nacer, nos lleva a reiterar la enseñanza de la Iglesia sobre “el valor de toda vida humana, pero nos sentimos especialmente llamados a cuidar y promover la vida frágil, expuesta o en riesgo. Por eso nos preocupa especialmente una de las etapas de mayor fragilidad, la del comienzo de la vida, frente a una mentalidad que disminuye la gravedad moral y jurídica del aborto”[1].

Somos conscientes que cuidar a los niños y niñas por nacer implica, en primer lugar, cuidar a sus madres, promoviendo embarazos saludables, velando por la alimentación y la atención sanitaria tanto de la madre como de su hijo o hija. Por ello, pedimos a nuestros gobernantes que asuman políticas de Estado que garanticen el acceso a las necesidades básicas de toda la población, especialmente de aquellas mujeres que deciden traer vida al mundo y necesitan apoyo, contención y asistencia material, humana, psicológica y espiritual. Especialmente en Corrientes, provincia declarada Provida hace ya casi 10 años. 

Ratificamos que cuando una mujer está embarazada, no hablamos de una vida sino de dos, la de la madre y la de su hijo o hija en gestación. Ambas deben ser preservadas y respetadas. El derecho a la vida es el derecho humano fundamental, más allá de concepciones religiosas, ideológicas o partidarias. La celebración del Día del Niño por nacer debe invitarnos a la reflexión y al compromiso.

En este día los cristianos celebramos la fiesta de la Anunciación, recordando el momento en el que el ángel le pregunta a María si acepta ser la Madre del Señor (cf. Lc 1,26-38), y ella, libre y dueña de sí misma le dice “sí” a Dios, y así Jesús empieza a vivir en el vientre de esta joven mujer de Nazareth. Ese sí de una mujer, partió la historia en dos e influyó en la vida de miles de hombres y mujeres. A Ella le encomendamos la vida, la salud y la dignidad de las madres y de cada niño por nacer.

                                         

Corrientes, 25 de marzo de 2021

 

Adhiere y acompaña la Comisión Arquidiocesna de Justicia y Paz.

 

 


[1] "Celebrar la vida desde el comienzo". Declaración de Comisión Ejecutiva de la Conferencia Episcopal Argentina, 25 de febrero de 2011.



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