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55 JORNADA MUNDIAL DE LAS COMUNICACIONES SOCIALES

Invitados a comunicar “encontrando a las personas donde están y como son”

Desde hace décadas, en la fiesta de la Ascensión del Señor, la Iglesia invita a rezar una Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales. Es una manera de poner en valor el servicio y la vocación de vida de tantos hombres y mujeres. El papa Francisco, este año nos propone rezar con la frase de Juan (1,46): «Ven y lo verás», para “comunicar encontrando a las personas donde están y como son”.

En el campo de acción, en la “trinchera” como nos gusta decir a los comunicadores, la realidad no es siempre tan ideal como se piensa. Dificultades laborales, patronales, salariales se conjugan con la realidad personal y familiar de cada comunicador y a veces, sólo en algunos casos, hacen perder la perspectiva y olvidar el sentido más profundo del por qué se elige ser “comunicador social”.

En esta Jornada, con la ayuda de cada Mensaje que nos acerca el Santo Padre, es bueno recordar la vocación, la pasión y el amor por la profesión, y a retomar el rumbo. 

La invitación es a: “ir y ver”, es necesario “salir de la cómoda presunción del ´como es ya sabido` y ponerse en marcha, ir a ver, estar con las personas, escucharlas, recoger las sugestiones de la realidad, que siempre nos sorprenderá en cualquier aspecto. «Abre pasmosamente tus ojos a lo que veas y deja que se te llene de sabia y frescura el cuenco de las manos, para que los otros puedan tocar ese milagro de la vida palpitante cuando te lean», aconsejaba el beato Manuel Lozano Garrido[1] a sus compañeros periodistas».

Esta invitación a ir, a ver, a ser testigos, vale para “la redacción de un periódico como en el mundo de la web, en la predicación ordinaria de la Iglesia como en la comunicación política o social”. También nos ayuda a recordar que: “Ven y lo verás”, es el modo con el que se ha comunicado la fe cristiana.

Hay que desgastar las suelas de los zapatos, nos dice Francisco, porque “si no nos abrimos al encuentro, permaneceremos como espectadores externos, a pesar de las innovaciones tecnológicas que tienen la capacidad de ponernos frente a una realidad aumentada en la que nos parece estar inmersos”.  Y es más que claro que “cada instrumento es útil y valioso”, pero, “sólo si nos empuja a ir y a ver la realidad que de otra manera no sabríamos, si pone en red conocimientos que de otro modo no circularían, si permite encuentros que de otra forma no se producirían”.

Desde hace más de dos mil años, una historia ha cambiado la vida de millones de personas, incluso, partiendo la historia en dos. Esto se debe a la veracidad del relato hecho por los testigos, por quienes “fueron y vieron”. Así, tenemos a Felipe que comunica a Natanael el encuentro con el Mesías. “Su amigo es escéptico: «¿Acaso de Nazaret puede salir algo bueno?». Felipe no trata de convencerlo con razonamientos: «Ven y lo verás», le dice (cf. vv. 45-46). Natanael va y ve, y desde aquel momento su vida cambia”. Y es así, en la propuesta honesta de un amigo a otro, es que se llega a la Verdad. “La fe cristiana inicia así. Y se comunica así: como un conocimiento directo, nacido de la experiencia, no de oídas”. El “ven y lo verás” es el método más sencillo para conocer una realidad.

La realidad llega a hoy a miles de personas, destaca el Santo Padre, “gracias a la valentía de tantos periodistas”. Su vida, es ofrenda y entrega al servicio de la comunicación entre los pueblos. La comunicación entendida como diálogo, acercamiento, empatía. Y recuerda que “el periodismo, como relato de la realidad, requiere la capacidad de ir allá donde nadie va: un movimiento y un deseo de ver. Una curiosidad, una apertura, una pasión”. Asegura y valora que, “gracias a la valentía y al compromiso de tantos profesionales —periodistas, camarógrafos, montadores, directores que a menudo trabajan corriendo grandes riesgos— hoy conocemos, por ejemplo, las difíciles condiciones de las minorías perseguidas en varias partes del mundo; los innumerables abusos e injusticias contra los pobres y contra la creación que se han denunciado; las muchas guerras olvidadas que se han contado”. Hace ver que “sería una pérdida no sólo para la información, sino para toda la sociedad y para la democracia si estas voces desaparecieran: un empobrecimiento para nuestra humanidad”.

Es más que evidente, que las tecnologías, nunca podrán igualar la comunicación interpersonal. Claro que, “la red, con sus innumerables expresiones sociales, puede multiplicar la capacidad de contar y de compartir: tantos ojos más abiertos sobre el mundo, un flujo continuo de imágenes y testimonios”. Pero debe ser entendida y utilizada como “un instrumento formidable, que nos responsabiliza a todos como usuarios y como consumidores”.

Observando las oportunidades e insidias de la web, se pueden evidenciar también los riesgos de una comunicación social carente de controles. “Esta conciencia crítica empuja no a demonizar el instrumento, sino a una mayor capacidad de discernimiento y a un sentido de la responsabilidad más maduro, tanto cuando se difunden, como cuando se reciben los contenidos”, aclara Francisco.

Como señalamos antes, “nada reemplaza el hecho de ver en persona”. Esto los comunicadores lo tenemos claro, aunque a veces, se nos olvida y confiamos en uno u otro relato. “Algunas cosas se pueden aprender sólo con la experiencia” dice el Papa, y enfatiza en el hecho de que “no se comunica, de hecho, solamente con las palabras, sino con los ojos, con el tono de la voz, con los gestos”. Así, recuerda y resalta que “la fuerte atracción que ejercía Jesús en quienes lo encontraban dependía de la verdad de su predicación, pero la eficacia de lo que decía era inseparable de su mirada, de sus actitudes y también de sus silencios”. Actitudes y silencios.

En la Iglesia, desde hace años se valora y pondera el servicio de los comunicadores sociales. El Papa, en su mensaje, hace la analogía que, precisamente, la comunicación social bien entendida y realizada, permitió que la buena nueva del Evangelio se difunda en el mundo, “gracias a los encuentros de persona a persona, de corazón a corazón”. Es decir, lo que comunicaron a otros, “hombres y mujeres que aceptaron la misma invitación: “Ven y lo verás”, y quedaron impresionados por el “plus” de humanidad que se transparentaba en su mirada, en la palabra y en los gestos de personas que daban testimonio de Jesucristo”. Así por ejemplo, “Pablo de Tarso –imagina- hubiera utilizado el correo electrónico y los mensajes de las redes sociales; pero fue su fe, su esperanza y su caridad lo que impresionó a los contemporáneos que lo escucharon predicar y tuvieron la fortuna de pasar tiempo con él, de verlo durante una asamblea o en una charla individual”.

El valor de ser testigos y compartir lo que hemos visto, alcanza e involucra a todos los que se desempeñan como comunicadores sociales. Sin embargo, a quienes profesamos la fe católica, nos compromete a un más en la veracidad, en el testimonio coherente de vida, en el compromiso por el bien común. El Papa nos pide no perder de vista que “el Evangelio se repite hoy cada vez que recibimos el testimonio límpido de personas cuya vida ha cambiado por el encuentro con Jesús”. Es, “desde hace más de dos mil años, una cadena de encuentros la que comunica la fascinación de la aventura cristiana” y nos manifiesta que “el desafío que nos espera es, por lo tanto, el de comunicar encontrando a las personas donde están y como son”. Salir al encuentro, ir y ver al hermano.

 

 

Cyntia Romero ocv

Oficina de Prensa

Arzobispado de Corrientes

 

  • La Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales fue instituida por el Concilio Vaticano II en el decreto Inter Mirifica sobre los medios de comunicación social.

Texto completo del Mensaje del Papa en:  https://bit.ly/2QhLU15



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