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El Obispo auxiliar compartió una de las charlas que se desarrollaron durante la 2ª Escuela de Formación de Formadores/as OFS-JuFra Cono Sur que se realizó la semana pasada en Corrientes. Este encuentro se vivió con el lema: “Franciscanos/as en salida: Construyendo la Ecología Integral”.
Del encuentro, participaron miembros de la Orden Franciscana Seglar (OFS) y la Juventud Franciscana (JuFra); y abarca a los países de Argentina, Paraguay, Uruguay, Chile, Bolivia y Brasil.
Entre los temas a compartieron durante las jornadas, se pude mencionar: JPIC: “Un desafío en familia”, Economía de Francisco: además, habrá un panel sobre “La asistencia espiritual colegiada, una riqueza de nuestra familia franciscana”, “Jufra, presencia y realidad del movimiento” y “800 años de la carta de Francisco a un ministro”.
Monseñor José Adolfo Larregain presentó el tema: El camino sinodal, una experiencia de construcción fraterna.
Compartimos el texto completo:
El camino sinodal, una experiencia de construcción fraterna
Un aporte desde la espiritualidad franciscana
Agradezco la invitación a participar en la Segunda experiencia de Formación compartida con el objetivo de fortalecer, animar y conocernos como OFS y Ju.Fra de nuestra región cono sur. Convoca estas jornadas el lema “Franciscanos/as en salida: Construyendo la ecología integral”.
Se nos invita a vivir y caminar en sinodalidad, nota que en este tiempo queremos destacar: “camino sinodal, una experiencia de construcción fraterna”. Esta palabra de origen griego, cuyo significado es muy profundo y nos indica “caminar juntos, cruzar umbrales”, es desafío y motivación para cada uno de nosotros, nuestras instituciones y opciones personales. Sínodo es sinónimo de fraternidad, no se puede llamar de este modo un camino solitario, unipersonal.[1]
En estos tiempos es necesario caminar juntos, con el desafío que ello implica: cansarnos, sostenernos, corregirnos, animarnos, comprometernos.[2] Nos recuerda un sabio dicho popular: “si quieres llegar rápido camina solo pero si quieres llegar lejos camina acompañado”. Por otra parte, animarnos a cruzar umbrales es fundamental para abrirnos a nuevas perspectivas de futuro.
Citando al poeta Antonio Machado[3]:
Caminante, son tus huellas el camino y nada más; Caminante, no hay camino, se hace camino al andar. Al andar se hace el camino, y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar. Caminante no hay camino sino estelas en la mar.
El camino fue una referencia constante en la poesía del autor de “Campos de Castilla”. Camino como concepto del gran viaje, de toda la vida consumida, de la que ha quedado atrás. Caminante, no hay camino, revindica el camino como presente, recordando ese pasado, pero evitando que nos obsesione, ni él ni el futuro, a la hora de ser protagonistas en el caminar. El hacer camino implica movimiento, compromiso y participación.[4]
“El camino” en las Sagradas Escrituras
En el Antiguo Testamento significa la conducta del hombre: la vida humana como un camino que es guiado por Dios y que cada uno puede andar o rechazar. Los profetas exhortan a alejarse y rechazar o aceptar los caminos verdaderos y dirigirse por ellos. El piadoso pide a Dios que le muestre el camino. Se conocen dos caminos: uno que es bueno, sin mancha, recto que lleva a la paz; Un camino de pecadores que lleva a la muerte.
En el nuevo Testamento el tiempo de la Nueva alianza es iniciado con la llamada de Juan el Bautista a preparar un camino para el Señor (Mc 1,1 y paralelos). Jesús es el camino que Dios ha planeado para la salvación (Rom 11,33ss), se denomina así mismo “Camino” (Jn 14,6). Cristo, con su encarnación, abrió un nuevo camino por el cual el hombre puede llegar hasta Dios (Hb 10,19ss).
Jesús probablemente llama camino a las directrices y prácticas que tan importante lugar ocupan en su predicación (Mt 22,16). Las enseñanzas cristianas se llaman camino y Dios es el término que conduce el mismo. Jesús mismo es el camino, porque como Hijo tiene el poder de llevar consigo a sus discípulos hasta el Padre.
En el libro de los Hechos (15,1-29) encontramos un bello camino sinodal para resolver los conflictos. La apertura a los paganos genera fuertes controversias y conflictos con los cristianos de origen judío que querían imponer elementos que ellos traían de su tradición, como por ejemplo: la circuncisión a los iniciados. Esto provocó un gran enfrentamiento (violento) en la comunidad. No esconden las diferencias, deciden caminar juntos hacia Jerusalén y presentar a los Apóstoles dicha problemática. En el Espíritu Santo disciernen cuales son los mejores caminos para todos, sin obligar a los demás a cumplir los deseos de un grupo: se quedan con lo fundamental, lo primordial.[5] La carta que es enviada a la comunidad es llevada por Judas y Silas, quienes transmitirán de viva voz el mensaje.
Tres axiomas para la sinodalidad
La reciente Carta Encíclica Fratelli Tutti del Santo Padre Francisco sobre la Fraternidad y la Amistad Social -hermoso y bello documento que es luz y guía para caminar en estos tiempos- nos ayuda a asumir el compromiso de ser constructores del bien común. En este documento se nos habla de pensar y gestar un mundo abierto con un corazón dispuesto a ir más allá, buscar la mejor política y el diálogo junto a la amistad social para encontrar caminos de reencuentro.
Desde este marco de “Hermanos todos” y “Sinodalidad” mencionamos tres axiomas que pueden aportar para estos tiempos, aplicables para nuestras instituciones, comunidades, familias:
En primer lugar, citamos a san Cipriano de Cartago, Padre de la Iglesia que vivió aproximadamente entre el 200 y 258. Como obispo sostenía que no tomaba ninguna decisión sin “consulta, consejo y consenso”. Tres palabras con “C” muy importantes para tener en cuenta. Esto implica apertura, docilidad, capacidad de trabajo con otros, etc.
En segundo lugar, somos personas creyentes y de fe, por eso estamos aquí. “Aprender a escuchar” es un desafío muy grande, es mucho más que oír. El oído está en relación a los sentidos, el escuchar es una actitud. No siempre que se oye se escucha. La escucha está relacionada con la obediencia (ob-audire: traer al oído). El creyente en la escucha ejerce actitud de fe, en la cual descubre la voluntad de Dios.
En tercer lugar, un principio de la Iglesia del primer milenio: “lo que afecta a todos debe ser tratado por todos”. Esto nos habla de la importancia del bien común que está por encima de lo particular. Esta sentencia nos hacer tener presente y estar atentos a la participación y a la solidaridad auténtica.
Espiritualidad franciscana y sinodalidad
Ratzinger en su tratado filosófico teológico describe a san Francisco de Asís como Aquél hombre que cautivó por su simplicidad, en cuanto que no fue un teórico, filósofo, teólogo –como se entienden estos términos y supo contemplar a Dios y abrazar al hombre.[6] El Poverello supo imprimir en el acontecer histórico de los siglos XII y XIII una manera de ver y de sentir la vida, comprometiéndose con el proceso personalizante del hombre que impulsa y cree en la fraternidad y lleva por objetivo pleno y total la entrega confiada y generosa en las manos del Padre.[7]
La escuela franciscana, entre ellos especialmente los biógrafos, ponen de relieve el camino de conversión de Francisco el cual lo conduce a la certeza de su vocación y a la búsqueda de la voluntad de Dios en el camino. La búsqueda de la voluntad de Dios está marcada por la asistencia del Espíritu Santo y la docilidad lo que indique a través de situaciones simples y sencillas.[8] Algunas experiencias son decisivas: se destacan el encuentro con el leproso, con el crucifijo de san Damián y el encuentro con el Evangelio. Estos encuentros lo identificaran con Cristo pobre, humilde y crucificado.
Francisco no solo enseñó palabras, fundamentalmente enseñó con actitudes a la manera de Jesús:
“El franciscanismo no es solo un modo peculiar de relacionarse con Dios y de interpretar la relación de Dios con el hombre y con el mundo; es un modo de vivir y de interpretar las relaciones del hombre con el hombre y del hombre con la naturaleza. El modo de tratar a los demás crea un estilo, y este estilo refleja un talante singular que se manifiesta en los gestos, saludos, trato normal, en todos los momentos del estar junto al otro, de vivir con el otro y ser para el otro”[9]
De esto anteriormente expuesto se deduce que quien encarna en la praxis la espiritualidad franciscana es capaz de ser más sensible, más humano y abierto al diálogo.
San Francisco comienza un camino de renovación dentro y fuera de la Iglesia, que no tiene miedo en atravesar mares y ríos con tal de llegar a tierra Musulmana. Su fin no es convertir a los grandes líderes religiosos sino de asumir una postura pacifica abierta al diálogo y a la escucha. Con su radicalidad y postura para asumir el Evangelio se vuelve la novedad que quiere subsanar la crisis de profunda, la pérdida de valores de la sociedad y el abuso de las estructuras jerárquicas de poder.
La pedagogía franciscana propone algunos elementos que se articulan entre sí: la persona, lo cotidiano, la relación dialógica fraterna, lo creativa, la escucha, la acogida, el entusiasmo, el dialogo, el encuentro, la libertad, los valores, el medio ambiente, la presencia, el estudio, la relación, el comportamiento fraterno, la mirada, los afectos, etc. Es un proceso formativo que se centra en la persona, se fundamenta en lo cotidiano, en las relaciones dialógicas fraternas, en la creatividad y en la imaginación.
La espiritualidad franciscana privilegia las relaciones interpersonales, porque en definitiva la mirada es una experiencia no una percepción: mirar no es solo ver, descubrir, observar, es entablar relaciones porque los ojos son vehículos transmisores del interior. El rostro de Francisco siempre se dirige a alguien o a algo, siempre se encuentra en referencia afectante.
Algunas aportes al camino sinodal desde la espiritualidad franciscana:[10]
Fray José Adolfo Larregain ofm.
[1] Las notas o atributos de la Iglesia son: Una, Santa, Católica, Apostólica y no podemos dejar de incluir una quinta: Sinodal.
[2] La palabra experiencia proviene del latín experientia (prueba-ensayo) de expiriri (experimentar-probar) de la raíz peri (intentar-arriesgar). Es la cualidad de intentar, probar o ensayar a partir de las cosas o datos anteriores. Se relaciona con el conocimiento empírico o heurístico. Conocimiento adquirido analizando los resultados y formulando nuevas pruebas.
[3] machado, A, Proverbios y cantares XXIX.
[4] El logotipo oficial del camino sinodal es muy significativo. Observamos un árbol grande y majestuoso, un pueblo que camina, quince siluetas representación de nuestra humanidad diversa en situaciones vitales, generacionales, orígenes. No se observan jerarquías, todos están en el mismo plano: jóvenes, ancianos, varones, mujeres, adolescentes, niños, laicos, religiosos, padres, parejas, solteros, obispo. Debajo una línea de base horizontal: “Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión”.
[5] La sinodalidad es considerado un “Kayros”, es actuar, evento, acción del Espíritu Santo.
[6] Cf. Ratzinger, J, La teología de la Historia de San Buenaventura, Encuentros, Madrid, 2004.
[7] Varios autores franciscanos demuestran que el franciscanismo no es un simple discurso teórico sino que es el resultado de una vida expresada en la fe en la paternidad de Dios, posesión del Espíritu del Señor, espíritu de oración y devoción, sentido de desapropiación, pureza del corazón, la paz como condición del corazón, observancia del Evangelio, seguimiento a Jesucristo, vida de penitencia, fraternidad, evangelización, Iglesia de Cristo, etc. Cf. Uribe, Fernando, Núcleos del carisma de san francisco de Asís –La identidad franciscana-, Ediciones franciscanas de Arantzazu, Vitoria, 2017.
[8] En la Florecilla XI encontramos un claro ejemplo, como deciden juntos Francisco y Maseo el camino que tenían que seguir y de ese modo encontrar cuál es la voluntad de Dios. Es significativa la expresión que “Maseo caminaba un poco adelantado” y cuál es la interpretación de le debemos dar.
[9] Merino, J, Humanismo Franciscano, Cristiandad, Madrid, 1982, 159.
[10] Cf. Uribe, Fernando, Núcleos del carisma de san francisco de Asís –La identidad franciscana-.
[11] Francisco no sigue la tradición de los fundadores de las comunidades monásticas que se inspiraron en el “cor unum et anima una” (un solo corazón y una sola alma) de la primitiva Iglesia cristiana de Jerusalén (Hch. 4,32-35).
[12] La calidad de vida fraterna rica en comunión es muy importante, es un válido punto de apoyo para la perseverancia, ayuda a la corresponsabilidad y favorece crear clima propicia de comprensión y de ayuda mutua.
[13] En la época de francisco algunos grupos religiosos, como los cátaros acentuaban exageradamente la “taciturnitas” (mostrarse serio, callado, amante del silencio. Hace referencia a la tristeza, solitariedad, sin sentido del humor, cerrazón, intratables)