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SALUDO A LOS TRABAJADORES EN SU DÍA

En una nueva celebración del Día del Trabajador, la Comisión Arquidiocesana de Justicia y Paz, acompaña fraternalmente en sus fatigas, en sus luchas, en sus sueños, en sus esperanzas, a todas las mujeres y varones que trabajan. Como afirmaba Juan Pablo II, el trabajo, “garantiza la dignidad y la libertad del hombre”, razón por la cual es “la clave esencial de toda la cuestión social” (Laborem Excercens 3)

El trabajo humano es la primera vocación del hombre, recibida de Dios al final de la creación del universo cuando le encomienda su cuidado.  “La vocación que Dios nos da es muy hermosa: crear, recrear, trabajar. Pero esto puede hacerse cuando las condiciones son justas y se respeta la dignidad de la persona.”  De este principio se deriva que “toda injusticia que se comete contra una persona que trabaja es un atropello a la dignidad humana”.

En esta misma línea, el Concilio Vaticano II subraya que el trabajo “es un derecho fundamental y un bien para el hombre”. Por ello la “plena ocupación” ha de ser un objetivo que ha de procurarse, un bien ligado a la justicia. De no ser así, la sociedad no conseguiría una paz social justa.

Actualmente, muchos hombres y mujeres no son libres de trabajar sino obligados a hacerlo para sobrevivir, en situaciones muchas veces infrahumanas, porque el sistema cultural neoliberal dominante considera al trabajo solamente como medio de supervivencia. Por lo tanto, muchos trabajadores son “esclavos” de trabajos mal pagados, que menoscaban la dignidad humana. Empleos que no respetan los derechos básicos de los trabajadores: una justa remuneración; el derecho al descanso, al tiempo libre; el derecho a ambientes que no perjudiquen la salud física, ni tampoco la integridad moral. También el derecho a la estabilidad laboral, a subsidios adecuados para los tiempos de desocupación, derecho a la pensión y a la seguridad social en la enfermedad y la tercera edad, previsiones sociales por maternidad. Asimismo, el derecho a asociarse, entre otros.

Como afirmaba el papa Francisco, “en el trabajo libre, creativo, participativo y solidario, el ser humano expresa y acrecienta la dignidad de su vida’ (Exhort. ap. Evangelii gaudium 192)”. De este modo, los trabajadores no solamente se ganan la vida sino que también contribuyen a la construcción de un mundo más justo y más fraterno.

Los altos índices de desempleo actuales, especialmente entre los jóvenes, atentan contra una realización personal y profesional plenas. Tal peligro afecta también a mujeres, personas con alguna discapacidad, inmigrantes y personas con riesgo de exclusión social.

Por ello, como Justicia y Paz, señalamos con el Papa que “es necesario formar un nuevo «humanismo del trabajo». Porque vivimos en un tiempo de explotación de los trabajadores; en un momento en donde el trabajo no está precisamente al servicio de la dignidad de la persona humana, sino que es el trabajo esclavo.” “… educar en un nuevo humanismo del trabajo, donde el hombre, no la ganancia, esté al centro; donde la economía sirva al hombre y no se sirva del hombre.”

Por eso, la creación de fuentes de empleo y la promoción del derecho al trabajo han de ser una tarea prioritaria en la que la colaboración entre el estado y los empresarios redunde en beneficio de todos. A quienes tienen responsabilidad política

les pedimos no olvidar en sus gestiones y en la promulgación de las leyes, dos cosas: el irrestricto respeto a la dignidad humana y el bien común. Y a los empresarios y dirigentes, en sintonía con la Pastoral Social del Episcopado (2022), “los alentamos a que no olviden su verdadera vocación, que debe ser la de producir riqueza al servicio de todos, creando trabajo y producción sin dañar la naturaleza, dado que un trabajo que no cuida, que destruye la creación, que pone en peligro la supervivencia de las generaciones futuras, no es respetuoso con la dignidad de los trabajadores y no puede considerarse decente.”

 Finalmente, la Comisión de Justicia y Paz, se solidariza con aquellos comprovincianos nuestros que viven hoy la afligente realidad del desempleo y de la inseguridad laboral, y les aseguramos nuestro apoyo fraterno.

          Y que en este andar recordemos siempre, como lo señalaba Monseñor Stanovnik, “Dios no nos deja solos… nos está acompañando. Él padece con nosotros, pero nos muestra que el camino es el amor, la paciencia, la solidaridad. La solidaridad es más sólida que este sistema con patas de barro: nada es más fuerte que la solidaridad entre dos personas”.

Que en el ejercicio responsable de cada trabajo podamos hacernos más humanos a nosotros mismos y a la realidad que nos circunda. Que nos sea dado descubrir la belleza del trabajo verdaderamente humano y en la lucha cotidiana no perdamos la alegría y la esperanza.

 

 

Corrientes, 30 de abril de 2024



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