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El 24 de septiembre, en el marco de la fiesta de Nuestra Señora de la Merced, se inauguró en la ciudad de Corrientes el primer Hogar de Cristo, un espacio comunitario que busca dar respuesta integral a situaciones de vulnerabilidad social y acompañar a quienes sufren el flagelo de las adicciones, con un enfoque centrado en la persona y en su dignidad.
La apertura fue posible gracias al esfuerzo y la oración de la comunidad parroquial de Jesús Misericordioso, junto a padres, voluntarios y amigos. El nuevo Hogar lleva el nombre de Santo Cura de Ars y está ubicado en la intersección de General Urquiza (ex-vía) y Corinto.
La jornada comenzó con la celebración de la Eucaristía presidida por monseñor José Adolfo Larregain, arzobispo de Corrientes, quien bendijo las instalaciones acompañado por el párroco Mario Lezcano y la comunidad parroquial.
El nombre elegido para el Hogar guarda un profundo sentido: el 4 de agosto, día de San Juan María Vianney, se concretó la donación del terreno. Además, se lo encomendó a la intercesión de monseñor Enrique Angelelli, obispo mártir riojano, que falleció en esa misma fecha.
En su homilía, monseñor Larregain tomó como referencia el Evangelio de San Mateo (11,28-30): “Vengan a mí los que están cansados y agobiados, y yo los aliviaré…”. Con estas palabras, recordó que Jesús invita a todos, sin distinciones ni condiciones: “No pide estar perfectos ni libres de problemas, sino que nos acerquemos tal como estamos, con nuestras heridas y esperanzas. Él promete alivio: no siempre como un cambio inmediato, pero sí como la certeza de que no estamos solos. Su yugo es el amor que levanta y acompaña”.
La celebración concluyó con una oración comunitaria en la que se pidió especialmente:
Por este Hogar de Cristo, para que sea siempre casa de misericordia.
Por quienes trabajan y sirven en él con generosidad.
Por cada hermano que encuentre allí refugio y sanación.
Por la Iglesia y la sociedad, para que acompañen con compasión a quienes luchan contra las adicciones.
El primer Hogar de Cristo de Corrientes abre así sus puertas como signo de esperanza, ofreciendo un espacio donde cada persona pueda volver a descubrir su dignidad, saberse amada y acompañada, y encontrar una comunidad que sostiene en el camino de la vida.