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En una jornada histórica y de profunda fe, la comunidad correntina celebró a su Patrona, la Virgen de la Merced. En la ocasión, monseñor José Adolfo Larregain recibió de manos del Nuncio Apostólico, monseñor Miroslaw Adamczik, el Palio Arzobispal, signo de comunión con el Papa y de servicio como pastor metropolitano.
En una tarde soleada y llena de fe, el pueblo de Corrientes renovó su devoción a la Virgen de la Merced, Patrona Jurada de la ciudad. Este año la celebración estuvo marcada por un hecho histórico: el arzobispo de Corrientes, monseñor José Adolfo Larregain, recibió de manos del Nuncio Apostólico en Argentina, monseñor Miroslaw Adamczik, el Palio Arzobispal, signo de comunión con el Santo Padre y de servicio pastoral como metropolita.
La jornada comenzó con la tradicional procesión de las imágenes patronales, que reunió a comunidades de toda la arquidiócesis. Delegaciones de instituciones educativas, movimientos y grupos eclesiales dieron un marco festivo y orante, junto a sacerdotes, religiosas, autoridades civiles y fuerzas de seguridad. Los niños, de la mano de sus padres y abuelos, aportaron la frescura y la esperanza que aseguran la continuidad de la fe en las nuevas generaciones.
Tras el recorrido, la Eucaristía se celebró en el atrio del Santuario de la Merced, con un altar preparado para la ocasión. En los primeros momentos, monseñor Larregain realizó su profesión de fe y, de rodillas, recibió el Palio, gesto coronado por un aplauso largo y sentido de toda la asamblea. La presencia del arzobispo emérito, monseñor Andrés Stanovnik, junto a otros pastores de la región, subrayó la continuidad y la fidelidad de un pueblo que elige caminar unido a la Iglesia y al Santo Padre.
En su homilía, monseñor Adamczik explicó el profundo significado del Palio, “símbolo del pastor que lleva sobre sus hombros a las ovejas, como Cristo en la parábola de la oveja perdida”. Recordó que se trata de un signo exclusivo de los arzobispos metropolitanos, expresión de la comunión de la Iglesia particular con el Papa. También evocó las palabras de Benedicto XVI sobre el Buen Pastor: “Cristo nos lleva a todos sobre sus hombros, pero al mismo tiempo nos invita a llevarnos unos a otros”.
En el marco de la fiesta patronal, el Nuncio destacó además la devoción mariana del pueblo correntino y ofreció una catequesis sobre la Virgen como “nueva Eva” en la historia de la salvación: “La verdadera devoción a María nunca nos aleja de Jesús, sino que nos conduce a Él. Ella es Madre de Dios y Madre nuestra”.
Al referirse a la advocación de la Merced, subrayó la misión de María como liberadora de las esclavitudes: ayer, de los cautivos de su tiempo; hoy, de tantas formas de esclavitud como las adicciones, la pobreza o la injusticia.
Con tono paternal, el Nuncio recordó que María, al pie de la Cruz, se convirtió en Madre de todos los discípulos: “Amarla como Madre es reconocernos hermanos en Cristo, ayudándonos mutuamente a llevar las cargas y liberándonos de nuestras esclavitudes”.
Finalmente, confió a la Virgen de la Merced a toda la Iglesia de Corrientes: “Que María de la Misericordia pida a su Hijo concederles abundantes gracias de paz, salud y prosperidad; que Dios bendiga esta arquidiócesis y toda la Argentina”.
La fiesta culminó en un clima de profunda gratitud y esperanza, renovando en la comunidad la certeza de que María acompaña siempre el caminar de su pueblo y que el nuevo ministerio de monseñor Larregain será sostenido por la oración y la cercanía de todos.
NOTA: A la derecha de la página, en Archivos, el texto completo de la homilía del Nuncio Apostólico